Mi biobibliografía ¿quién soy? ¿qué? soy la escritura, soy un hombre, soy una manta sobre los hombros y el iPod a todo trapo mientras tecleo. Soy el frío, la sombra, una lámpara medio rota que da pena y algo de luz, soy el hambre y el ansia, soy las pastillas que tomo para dormir y la cocacola de dos litros. Soy mi carne, mi cuerpo es lo que soy, soy el deseo de tener, la búsqueda de los objetos, el andar, el estar solo, soy una pila de libros sin leer o leídos a medias y también soy las ganas reprimidas de hacerme pajas. La mente, el dolor, las lecturas de google, soy el miedo, soy lo terrible, soy una tele encendida para poder cerrar los ojos sin pensar en lo que me sucede, mi sangre, mi temblor, mis ganas de decirle a una chica que me gusta.
La escritura es lenta. Llevo más de 2500 palabras escritas del próximo ojo izquierdo, palabras que se quedarán en nada, 2 párrafos, 3 como mucho. Escribir sin pensar, escribo, necesito escribir hasta que me sobre la escritura, escribo y escribo y luego voy marcando en negrita las frases que me gustan, los lugares donde digo algo importante, algo que suena bien, y borro lo demás, separo, corto, pulo, recompongo. No escribo por acumulación, escribo por descomposición, yo hago la escritura descompuesta. La relectura, luego, me dice por fin lo que quiero escribir.
ACTUALIZACIÓN
Después de salir a comprar champú hidra-rizos y vasos de plástico para el champán que voy a beber mañana (el cristal ya no sirve) pienso que no debería seguir escribiendo blogs. Dejar el blog. Mi necesidad de comunicar está muriendo, mi algo que decir está quedándose vacío. No tengo nada que contar, no tengo nada dentro. Escucho una entrevista que le hace Diego Medrano a Pere Gimferrer, no entiendo mucho de lo que dicen, me da igual, oigo la entrevista como música de fondo, Tornado, teorizar sobre la escritura es algo que produce sueño, la escritura se lee y la teoría se puede ir a la mierda. Cerrar los blogs, o no cerrarlos, abandonarlos. Si no me apetece escribir, ¿por qué escribo? si no tengo nada dentro ¿qué más da? ¿por qué este no saber dónde posar las manos? Me presiono para escribir, no sé si es bueno, pero no para escribir en el ojo derecho, está dicho que esto no es escribir en cuanto a lo literario se refiere, esto es teclear, decir, hablar con los dedos. Cuando digo escribir, cuando escribo, escribir, me refiero a lo que llamamos literario, a una intención estética y comunicativa, una intención creadora. Presionarme no sé si es bueno, un profesor mío decía que la poesía no viaja en ambulancia. José Hierro se tiró no sé cuántos años sin escribir, luego escribió cuaderno de Nueva York, creo, o me lo invento, pero la idea es esa, no escribir y que no pase nada. Una vida sin escribir, sin crear, sólo la playstation 3 y las novelas y alguna mujer entre los 18 y los 40 y tantos años. Estoy cansado de no estar. Escribir 2500 palabras para un texto de mierda, para una teoría de un ojo izquierdo es desperdiciar vocabulario. Ahora escucho una entrevista a Julio Cortázar, la pongo en youtube y sigo escribiendo, es como escuchar la radio. Ya veremos dónde acaba todo esto, si es que acaba, claro. Tal vez sea miedo. ¿Escribir para publicar otro libro? Publicar el primero me impone un listón, un nivel, seguir escribiendo y no publicar otro puede ser un fracaso, o no, pero por ahora, eso lo tengo dentro del cuerpo. Lo sé. Cortázar habla de Rayuela. Escribir un libro inabarcable es posible. Otra Rayuela, una Nocilla mejorada, algo de verdad. Estoy paralizado.