mi hijo. tengo un hijo de dos años, él dice que tiene tres, lo dice con tres dedos que son sus tres deditos de niño y dice que la leche y que el flan y dice que cuando sea mayor va a ser toro, o mosca, o bombero. yo le digo que informático o manipulador de alimentos y él dice playstation. playstation y caliéntame la leche cuando se acerca a mi dormitorio a las 2 de la mañana y me toca el hombro papá papá, leche, dice, leche y se va al sofá mientras hago todo lo que mi hijo necesita y se queda dormido. microondas.
mi hijo triunfará en la vida, será funcionario o albañil y con un poco de suerte acabará sus días sentado en la puerta de una parroquia con un vaso de cartón y por favor una ayuda para este pobre hombre. y vivirá muchos años y pasará a la historia por ser aquél y no tener miedo de andar a oscuras por los pasillos. mi hijo se sube a una valla de hierro y su madre que soy yo se levanta de la mesa, hijo, que te haces daño, ven que te explico, hijo, ven aquí, ay. y le quito la rebeca porque hace calor y me tomo una cerveza porque hace calor.
hoy he dejado un libro en el suelo de una plaza y me he ido a desayunar, era un libro que regalaban con el QUÉ LEER y como no lo quería lo dejé por ahí tirado. lo que regalan con el QUÉ LEER es mierda, eso así de primeras, luego leí un par de párrafos y efectivamente, al suelo. después de desayunar vuelvo a pasar por el mismo sitio y veo a un señor no del todo bien vestido leyendo con interés ése libro que yo había despreciado. todo es igual, da lo mismo, la literatura que a unos les sobra otros la aprovechan. da igual lo que sea eso que llamamos literatura, si viene encuadernada y hay letras dentro en cierto orden lógico, hay gente que venga, lo que sea, y se pone a leer sin miedo a hacerse daño. me gustaría acercarme y explicarle ay que se hará daño y que así no ven que te explique, pero él ya es mayorcito.
pues que aproveche.