domingo, 28 de septiembre de 2008

CON LOS PIES ENCIMA DE LA MESA

Pues ya estoy viviendo en Alicante. Anoche dormí por primera vez en lo que va a ser mi hogar durante, por lo menos y si todo sale bien, el próximo año. Resulta que dios existe y además de oír los patos que hay en el lago del campo del golf que hay al lado de mi jardín, desde el salón cojo una red wifi de un tal Thomson, que imagino será un inglés de 55 años aficionado al golf, empresario, que viste polo azul y pantalón caqui y tiene la dentadura blanqueada. Imagino que vive en el piso de arriba y consulta su cuenta de correo los días festivos. Estoy sentado en el sofá con los pies encima de la mesa, he dejado abierta la puerta de la terraza que da al campo de golf, oigo el chapotear de los patos y los swing de los aficionados. Tenía pensado comprarme un chirimbolo de esos de Vodafone para tener internet en mi portátil, pero si Thomson sigue así, creo que disfrutaré de internet gratis hasta que el cuerpo aguante. Me he traído 190 libros, acabo de contarlos, están bien colocados en el mueble del salón, frente al sofá, son tan pocos que sólo tengo libros buenos (esto me dijo Elpenor que lo dijo Borges refiriéndose a la biblioteca de casa de sus padres, creo). También he traído unos cuantos cds (poca música clásica, no me ha dado tiempo a seleccionarlos bien, tengo algo de Bach y Mozart, el resto, cosas modernas) y algunas películas (todas las temporadas de Sexo en Nueva York, la trilogía de El señor de los Anillos, todo Rocky, Alien, Star Wars, Matrix, El Padrino, algo de Wong Kar Wai, Woody Allen... en total cerca de 100 películas. No sé si leeré todos los libros que he traído, si escucharé todos los cds o si veré todas las películas, pero está claro que necesito tenerlos delante para no sentirme tan solo, tan ajeno, tan otro. Este piso está muy limpio, ahora tengo que planchar un montón de ropa y colocar cada cosa en un lugar, su lugar, su cajón, su percha, su armario de la cocina. Hay que darle un sentido a todo esto, las cosas huelen de otra forma, los sonidos son diferentes y yo no sé qué va a ser de mí en todo este tiempo. Empezaré por escribir. En cuanto me centre en el trabajo y se vaya abriendo mi ojo izquierdo al mar, me centraré en dar forma a mi segundo libro. Escribir es una de las pocas cosas que me hacen creer que soy un ser humano que no tira su vida a la basura. Pero me refiero a escribir desde mi ojo izquierdo, todo esto del ojo derecho no es muy distinto a darle con un palo a una pelota de golf.

CON LOS PIES ENCIMA DE LA MES

Pues ya estoy viviendo en Alicante. Anoche dormí por primera vez en lo que va a ser mi hogar durante, por lo menos y si todo sale bien,

miércoles, 24 de septiembre de 2008

IBERIA PLUS

Vuelo cancelado. Eso es lo que lee mi ojo derecho en el aeropuerto de Alicante a las 19:30 h. Vuelo cancelado, te jodes, ahora vuelve al mostrador de facturación y que te cambie el billete una hija de la gran puta que no sonríe ni te mira a los ojos. Pues sí, te jodes, te dan otro billete para otro vuelo a las 22:00 h y vuelves a la terminal, te quitas de encima todas las cosas metálicas, el cinturón, las llaves... me pregunto por qué no pitan en la máquina detectora de metales mis empastes ni la cremallera del pantalón. Un viaje Alicante - Madrid que en coche te lleva unas 4 horas máximo en avión pueden convertirse en 5 horas y media de tocarte los cojones, pagar taxis, cervezas en un bar del aeropuerto, ir a mear varias veces, arrastrar de un lado a otro tu equipaje, la chaqueta, la bolsa con el portátil. Vuelo cancelado, te jodes, llueve y te jodes, te cancelan un vuelo, el avión se queda parado en el suelo de Alicante y me pierdo el primer capítulo de la nueva temporada de Anatomía de Grey. Ahora mismo están reponiendo capítulos de la temporada anterior, el matrimonio es duro, dice la tele. El cansancio de dos días viendo gente, hablando con gente, preguntando cosas a la gente, edad, aficiones ¿estudias o trabajas? hola me llamo Manuel, soy así, me gusta esto, aquello y lo otro, hola soy Manuel, me gusta esto, aquello y lo otro, ¿estudias o trabajas? ¿por qué quieres trabajar con nosotros? y así todo el rato, un día, otro día, el tiempo pasa y no te das cuenta, lo vives una y otra vez, cambian las caras, el mundo pasa ante ti, la gente, las personas, los trocitos de carne que se visten y perfuman para darte la mano y sonreírte y caerte bien, tu madre quiere tomar un café conmigo dice la tele, todos quieren a mamá. Los días donde vivir es vivir y no otra cosa, hacer, subir, bajar, hablar, tomar notas, pensar en todos menos en ti mismo. Cancelo mi vida para vivir una vida que no sé hacia dónde coño va, pero es que a veces hay que tardar 5 horas y media en lugar de cuatro para llegar a donde quieres.

domingo, 21 de septiembre de 2008

ALGO DE MIERDA PARA LEER:

Mañana otra vez de viaje. Llevo todo el domingo viviendo una vida que no es mía, sin hacer nada, mirando cosas, poniendo la tele a ver qué hay y llamando a gente para no hablar con la tabla de planchar. Lavo algo de ropa y pienso que ya va siendo hora de ponerme a recoger trastos y tirar mierda. Esta mudanza va a servirme para renovarme un poco, desprenderme de todo lo que la vida pone a tu alrededor por el sencillo hecho de ir de vez en cuando a un centro comercial o mirar los anuncios de la tele. Está claro, mi vida genera un montón de mierda, basura, trastos absurdos y pegatinas que guardo en el cajón de la mesilla. Miles de libros. Qué cojones voy a hacer con los varios miles de libros que tengo en casa. No pienso llevármelos todos. Imagino que dejaré en el pueblo los que no me lleve a Alicante. Imagino que a Alicante me llevaré varios cientos, sólo los mejores, los que me entienden, los que a lo mejor quiero releer, los que no he leído pero creo que voy a hacerlo un día de estos. Yo siempre cojo alguno de esos libros y lo empiezo a leer cuando me meto a cagar en el servicio con la puerta abierta. Porque yo cago con la puerta abierta y leo alguno de esos libros que siempre tengo por ahí a medias. A veces hasta me llevo varios libros al váter, no sé, por si acaso. Y para qué narices quiere uno tanto libro si no es para impresionar a las visitas. Me da miedo irme, hacerme más delgado, quitarme un peso, varios kilos de ropa que no me pongo desde hace cuatro años, tengo mierda para parar un tren. Lo juro. Ahora voy a irme a la cama, que mañana viene el taxi a recogerme a las 6 y ya no habrá descanso hasta la noche. ¿Cómo mierdas puede uno pararse a escribir algo en condiciones con tanto ajetreo? Con razón los escritores (los medianamente buenos) no son corredores de bolsa ni presidentes de grandes multinacionales. Un escritor necesita tiempo. Aunque sea un escritor de blogs. Meterme aquí para decir que me pica el culo o que no tengo tiempo de pensar no es algo que precisamente me realice como persona, pero necesito escribir algo, lo que sea, y esto por ahora me permite sentir que algo en mi sigue significando, que tanto movimiento y tanto no parar y no saber y tanto retroplaning todavía no han acabado del todo conmigo, sigo dándole a la tecla, aunque sólo sea para decir cómo me va, aunque mi ojo izquierdo esté seco. A lo mejor intento hacer eso que dijo Elpenor, mirar y transcribir la misma cosa con cada ojo, lo malo, es que ahora que lo pienso bien, eso es prácticamente imposible, porque aunque ambos ojos miren hacia el mismo sitio, ven cosas que no tienen nada que ver por lo que no tendría mucho sentido. No puedo sentarme en los jardines del Palacio Real y escribir con un ojo y luego el otro. No sucede así, generalmente, un ojo anula el otro, si el ojo izquierdo mira el derecho no se abre. Un supermercado es un supermercado o no lo es. He empezado a leer un libro que acaba de publicarse en Lumen: "Conversaciones con Woody Allen", esto no tiene nada que ver con lo que he contado hasta ahora, lo sé, pero es una forma como otra cualquiera de dar por finalizada esta entrada.

lunes, 15 de septiembre de 2008

LA INSPIRACIÓN

Creo que voy a tardar en actualizar mi ojo izquierdo. No por nada, sino porque estoy hasta los cojones, quiero decir que estoy muy ocupado viviendo. No sé cuándo voy a actualizar mi ojo izquierdo, digo, porque estoy hasta arriba de trabajo, de vida llena y ocupada, de búsquedas de pisos, de firmas de contratos, de repasos de archivos, de pedidos, de selección de personal, estoy repleto de cosas por hacer y de pastillas que me tomo por la noche y por la mañana con las magdalenas del desayuno. Mi ojo izquierdo sólo se actualiza cuando me pongo a escribir sinceramente, cuando no vivo, cuando hay un espacio, un hueco, algo de tiempo para tumbarme y pensar, para aburrirme. Ahora no tengo tiempo de aburrirme, sólo vivo, desayuno, enciendo el ordenador del curro y trabajo en un entorno windows con archivitos, escalas, números, propuestas. Trabajo, voy y vengo, lleno el depósito de gasolina dos veces al día y viajo a Alicante y vengo otra vez y me voy en avión a no sé dónde. No tengo tiempo de pensar, ni de leer, no tengo tiempo de mirar alrededor. Escribir no es algo fácil. Para escribir no hay que vivir, sino haber vivido. O eso, o leerse el nuevo catálogo Ikea.

martes, 9 de septiembre de 2008

"FRUTOS SEQUILLOS"

Cuando uno es imbécil y la camarera que pasa cerca de tu mesa está muy buena, cuando uno quiere ser amable y algo más y tiene sed y pide una segunda ronda de cervezas, cuando uno además es tímido o directamente gilipollas, pide para acompañar las cervezas unos "frutos sequillos". Uno, es decir, yo, quiere pedir frutos secos normales y corrientes, cacahuetes, quicos, galletitas saladas, pipas, pero va y dice "frutos sequillos" porque la camarera está cerca y está buena y viste de verde y no sonríe ni de coña y uno quiere parecer amable, ser amable, cercano, interesante y va y dice "¿me pone unos frutos sequillos?" Hay que joderse, menuda forma de pedir algo para picar. Esto me ocurrió ayer por la tarde en ese café de la plaza 2 de Mayo donde todo el mundo tiene Mac y lleva gafas negras de pasta y bebe sin apartar la vista de un libro o unos apuntes o la pantalla del ordenador. Yo no le quitaba ojo a la camarera y lo único que salía de mi boca eran frases como esa "¿me pone unos frutos sequillos?" la camarera guapa debió pensar que yo era gilipollas, que yo era un subnormal sin ordenador portátil y sin un libro o una libreta entre las manos, que intentaba ser simpático y resultar interesante pero todo mi interés se perdía en el aire tras la expresión "frutos sequillos". Me viene a a cabeza el nombre de Flanders, el vecinillo de los Simpsons. Nada es peor para ligar que intentar ser natural, para ligar lo que hay que hacer es nada, pasar, ir a lo tuyo, no decir, no mirar, coger tus cosas y marcharte, para ligar hay que hablar mucho con el otro, con el que no te interesa, con lo que tenemos detrás, pero nunca hay que pedir frutos sequillos. Con eso sólo consigues un plato de cacahuetes y una camarera que se parte el culo a tus espaldas.

FRUTOS SEQUILLOS

Hoy he ido al Pepe Botella y pedido dos cervezas y un platito por favor de frutos sequillos. 

sábado, 6 de septiembre de 2008

LA TIENDA DE LA VUELTA DE LA ESQUINA, O ALGO ASÍ

Tienes un e-mail. La película. Tom Hanks y Meg Ryan. El gran almacén de libros, la gran superficie, la mega tienda fría y sin escrúpulos frente a la pequeña librería de barrio con gente que te saluda por tu nombre y te sonríe de manera gratuita. Un pastel de película previsible que me encanta. El mundo de las librerías es mi mundo. El mundo de los e-mails, de los post, el mundo de escribir al más allá gracias a mi conexión wifi. FOX. Efe-o-equis. Librerías FOX frente al pequeño comercio con mostrador de madera y peluches y flores en un jarrón hortera. Un barrio de Nueva York. No tengo ni idea de dónde está situada la tienda de la vuelta de la esquina, pero es un barrio que me encanta ¿no os encanta Nueva York en otoño? Meg Ryan escribe en su portátil correos a un tal NY152, se sienta en su escritorio en cuanto se despierta por las mañanas y aunque ya es de día enciende una pequeña lamparita que tiene sobre la mesa. Ese detalle me encanta. Encender una pequeña fuente de energía junto a tu ordenador, algo que da luz y calor, porque sí, aunque los rayos de sol entren por la ventana, porque necesitamos esos gestos que no sirven de mucho. Meg escribe en un portátil negro de la edad de piedra y justo en una escena lo veo, un primer plano en que se aprecia una minúscula manzanita de colores en la tapa del ordenador. Y me digo, joder, otra que tiene un Mac. Carrie Bradshaw, la de Sexo en Nueva York también lo tiene. Se ve que es lo más cool salir en la tele escribiendo en un portátil Macintosh. La pareja de Meg, en la película, es un periodista que está enamorado de su máquina de escribir, como Paul Auster, como Francisco Umbral y Don DeLillo. También está enamorado de sí mismo y de lo que escribe. Como Francisco Umbral, que en paz descanse. Me cae mal, claro, me refiero a la pareja de Meg, es alguien que tiene que caerte mal para que cuando se separe de ella no te importe en absoluto. Un guión muy inteligente y elaborado, sí señor. Lo mismo ocurre con la pareja de Tom Hanks, es una gilipollas que te cagas, así que cuando al final Tom Hanks y Meg Ryan se besan y se quieren y viven felices para siempre te alegras porque sus anteriores parejas eran imbéciles. Lo dicho, es un guión muy inteligente. Pero qué vamos a hacerle, a mí la película me gusta. Me gusta ver de vez en cuando algo sin pretensiones, una historia de amor normal y corriente, yo soy el malo, yo soy el bueno, todo se complica hasta que al final las cosas salen como sólo Dios con todo su poder desde los cielos es capaz de hacer que salgan, es decir, bien, geniales, la vida es bella y mi ordenador portátil es la hostia. Las grandes superficies son la ruina del pequeño comercio. La tiendecita de Meg cierra, caput, te jodes, la gente compra libros baratos estemos o no en crisis, la gente busca lo que busca y se la trae al pairo si en la tiendecita de al lado la dependienta es simpática y te saluda por tu nombre cuando entras a comprar un libro de Laura Gallego. Claro, que en la época en que se rodó la película Laura Gallego estaría ensuciando pañales (tal vez exagero, pero me da igual), eso sí, ya se notaba por el olor de sus excrementos lo que sería capaz de escribir, grandes trilogías, pentalogías, libros de novedad que hay que colocar en los espacios destacados para que se vendan bien. Por suerte, a una película no le exijo tanto como a un libro. Por eso me gusta tienes un e-mail. Porque sale gente que se ama y que es feliz y porque todo lo importante se puede escribir en un Mac con el pijama puesto y con una lamparita al lado que apenas ilumina. 

Actualización:
Vamos, todo este rollo para decir que uno quiere creer que el amor existe, coño, y la mierda películas como tienes un e-mail (que no hay dios que se las crea), me gustan, porque me gusta creer que hay opciones que me puede pasar algo, que la vida no es sólo sexo, follar, hacerse pajas, ver porno, que lo bonito es ir al cine, quedar para cenar y despedirse con un beso apoyado en el quicio de la puerta y buenas noches que descanses llámame pronto nos vemos tenemos una cita pendiente. Esas cosas. Y sí, lo reconozco, soy un poco bragas.

viernes, 5 de septiembre de 2008

A MAMARLA

Me voy, se acabó, adiós Parla, anda y que te den mucho por culo. Se acabó eso de tener dos días libres y quedarse en casa sin saber qué hacer ni a dónde ir porque Parla es feo, es antiestético, tiene árboles de plástico y contenedores despedazados para reciclar basuras, dos días mirando el techo o mirando las manchas de la puerta que tengo delante del sofá, se acabó eso de coger el coche para ir Madrid a 120 km/h por la A-42, joder, gastar 20 € en gasolina super 95 sin plomo y aparcar en Usera para no meter el coche en zona azul o zona verde y coger el metro para acercar tu culo al centro, a Bilbao, a La Latina, a la calle Orense. El metro de Madrid huele a tienda de ultramarinos y hace ruido, huele a peluquería de señoras y ya no mola nada porque hay mucha gente y hay que hacer cola y el individuo que somos se aprieta, se estruja, se roza las caderas, se hace delgado, se embute en un vagón y huele el aliento de otros seres que también huelen el aliento de otros seres, ve cabezas llenas de caspa, pelos en las orejas, pequeñas geometrías que se aprecian a veinte centímetros de distancia, ve en el interior, atraviesa jerseys y gabardinas y lo que ve es sucio y va con prisa, y todo eso para tomarse una cerveza con uno mismo en un café medianamente en condiciones, con música que no suene a lo que suena la música de los bares de Parla. Perdón por el lenguaje. Me voy. Se acabó. Adiós Parla, anda y que te den mucho por culo. Que quede claro. Me voy de Parla, una ciudad dormitorio, una ciudad de las afueras, algún posmoderno fumador querría vivir en Parla, ver los descampados al asomarse a las ventanas, los jardines que no son nada, la vida de clase media honrada y trabajadora, los aros, los pendientes, las pulseras, todo el oro de las adolescentes con piercings sin sentido y con coleta y con corazoncitos tatuados en la nuca, manchitas, cagarrutas de paloma en forma de kanji o de delfín. La vida de una ciudad dormitorio es de lo que huyo, Parla, Móstoles, San Sebastián de los Reyes, la vida de lo que depende de Madrid, a veces voy a Madrid para tomar una copa, para ver a los amigos, para dar un paseo en condiciones porque andar por las calles mal asfaltadas de ciudades como Parla es algo que hace daño al organismo, los bloques de pisos de 5 plantas sin nada que ofrecer salvo enormes máquinas de aire acondicionado y toldos de color azul, a veces voy a Madrid para entrar en una sala de exposiciones, para pasar la noche en una buhardilla de Malasaña, un pequeño espacio, un círculo con buena decoración y una cocina muy pequeña donde puedo ser feliz por unas horas, a veces voy a Madrid para estar en Madrid, para vivir de 6 a 9 en una ciudad, en algo interesante y con sentido, con calles que te hablan, con puertas de madera en los portales, voy a Madrid en cuanto tengo un rato libre para salir de Parla y no morirme. Escribo esto encerrado en una habitación, con las luces apagadas, la persiana hasta abajo, escribo para no pensar en lo que me rodea, 25 años viviendo en Parla y montando en bicicleta en un barrio triste y sin vida, en un barrio parásito, en una forma de acoplarse de acomodarse en una forma de vivir la vida que es como decir bueno venga vale lo aceptamos tenemos hijos y que nos den mucho por culo. Me voy entonces, me mudo, se acabó, me piro. Pero no voy a mudarme a Madrid, qué pena, Madrid de todos modos está asfixiada con tanta circunvalación y tanto extrarradio y  tanta zona azul y zona verde y tanto agente de movilidad. No voy a Madrid, voy a Alicante. Cualquier cosa será mejor que Parla. Digo yo.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

HOY ES MI CUMPLEAÑOS

Cumplo 31, creo, aunque siento que tengo 26. Supongo que es algo que nos pasa a todos, nos sentimos más jóvenes de lo que somos, es como un sistema de defensa que tiene nuestro organismo para no morirse. Al final anoche no escribí la adoración del medicamento ya que cuando uno escribe nunca sabe del todo qué va a ocurrir, así que el poema tiró por donde quiso y hablé más de mi médico de cabecera que de otra cosa. Podéis leerlo en miojo izquierdo. Dejo pendiente una segunda parte donde me centre más en el ácido acetil salicílico y el omeprazol, que tantas alegrías nos han dado. Me deseo feliz cumpleaños a mí mismo. Hoy no voy a regalarme nada.

martes, 2 de septiembre de 2008

MAÑANA NO MADRUGO

Me gusta cómo han quedado las letras del título del blog, hay que joderse lo que se puede hacer con una mierda de edding, una libreta y la cámara de un móvil Nokia. Dice Patricia que siempre escribo de lo mismo, o al menos últimamente, y me da qué pensar. Pero no voy a pensar aquí, no, aquí no pienso, tampoco pienso en mi casa, ni en el trabajo, ni cuando ando por la calle, no pensar es algo difícil y escribir gilipolleces de lo más sencillo como ya saben aquellos que me visitan de vez en cuando. Alguien dijo alguna vez que un escritor escribe siempre, tenga algo que decir o no, sobre todo cuando no tiene nada que decir. No tener nada que decir y aun así ponerlo por escrito es algo que han hecho algunos escritores que admiro: César González Ruano, Francisco Umbral... y ya no conozco ninguno más. ¿Andrés Trapiello tal vez? puede ser, pero no lo admiro en absoluto y además me parece un poco marica, pero no marica en cuanto a sus tendencias sexuales (que también) sino en cuanto a su forma de escribir y dejarse el flequillo. Donde pongo marica, todo aquel que crea que es un término peyorativo que ponga pusilánime. Yo también soy un poco marica y no pasa nada. Y pusilánime. A veces uno se atasca, quiere escribir, tiene ideas, pero hay cosas que le obsesionan, querer ser diferente aun sabiendo que eso es imposible, querer escribir bien aun sabiendo que eso es muy difícil y más aun si se escribe poco y a desgana y si tienes un trabajo que te absorbe el cerebro la energía y el humor. Aunque últimamente este no es mi caso. Así que no tengo excusa para no escribir más. Ahora, para todo aquel que quiera saberlo y para el que no pues que no lea más, estoy escribiendo un poema acerca de los medicamentos, se titulará, creo, "adoración del medicamento". Llevo bastante tiempo queriendo escribirlo pero nunca me ponía y ahora, gracias a Patricia me he dicho ¿cómo que siempre escribo de lo mismo? y me he puesto a escribir endecasílabos. No es que haya que contar las sílabas para escribir un poema, pero me apetece algo de control, un límite, un pequeño muro que me marque el ritmo en lugar de dejarme llevar por tanta camiseta y tanto ordenador portátil. Pero oye, joder, coño, es que yo escribo a ordenador y soy incapaz, repito, soy incapaz de escribir un texto medianamente en condiciones sin un ordenador. Ese es mi límite (uno de tantos). Hay escritores que adoran su vieja máquina de escribir (Francisco Umbral, Don DeLillo... este último me lo dijo personalmente oh Dios misericordioso que todo lo ves y todo lo puedes, es verdad, me chuleo un poco, pero es verdad, he hablado de tú a tú, bueno, de entrevistador a entrevistado, con uno de los maestros de la narrativa norteamericana) digo, que hay escritores que adoran su máquina de escribir (Paul Auster también) y sólo escriben aporreando teclas tac tac que van formando el texto directamente sobre un folio, es como una música, tac tac, el texto se va construyendo físicamente delante de sus ojos, en fin, me parece algo prehistórico, como darle vueltas a un bolígrafo o a una estilográfica moviéndola de arriba a abajo y de izquierda a derecha para escribir mi mamá me mima, en un lugar de la mancha o canta oh diosa la cólera del pélida aquiles blablabla. Paul Auster le dedica un libro entero a su máquina de escribir ¿por qué cojones yo no puedo entonces citar de vez en cuando mi pequeño y ligero cual servilleta de papel MacBook Air? Ahora mismo lo tengo sobre las piernas y ni lo noto, parece que escribo sobre el aire, tecleo la atmósfera y las partículas en suspensión mientras este texto se forma en una cosa que se llama internet y que flota en el ambiente. ¿Hay alguien ahí?