sábado, 31 de enero de 2009

Mili, mi padre, Max Estrella, W y Marc Augé.

Empiezo a escribir esto en Word. Antes lo escribía todo directamente en Blogger, nada tenía valor (nada lo tiene), pero ahora me apetece conservar estas memorias del presente continuo y del pretérito imperfecto simple en un archivo de Word. Había escrito word y blogger en minúsculas, pero lo he corregido, no sé por qué. Primero escribo dónde estoy, casi siempre lo hago, es una forma de calentar los dedos. Estoy sentado en el sofá, con la tele encendida en canal cuatro, sin volumen, en el equipo de música suena algo de jazz brasileño, el cd es de Mili, a ver si se lo doy, también tengo un par de libros de poemas que me llevé de su casa, de mi segunda casa, no, de mi tercera casa, mi primera casa es donde trabajo, la segunda donde suelo dormir con la luz encendida, y la tercera la casa de Mili donde cada vez que me levanto y entro en la cocina me encuentro un bandeja con el desayuno preparado y una nota de buenos días. Así da gusto vivir por las mañanas. Mientras escribo, mi madre está en la cocina haciendo la comida, esta mañana hemos limpiado un poco la casa, bueno, yo lo único que he estado haciendo ha sido separar la ropa sucia (ropa que huele al tabaco de otros, a desodorante, pantalones vaqueros puestos demasiadas veces, calcetines de usar y tirar…) de la ropa que todavía me puedo poner una o dos veces más antes de lavarla. Llamadme guarro si queréis. El olor a tabaco en la ropa es algo por lo que merece la pena que te condenen a 20 años de prisión. Mataría a cualquiera que se pusiera a fumar delante mía, a veces, a veces, cuando me llega el humo del tabaco de los que tengo a mi lado, cuando veo a alguien que no puede estar ni 4 horas sin fumar, me dan ganas de coger una pala y cavar su propia tumba a palazos, partirle la espalda, hacerle sangre, un favor, evitarle un cáncer de pulmón y visitas al médico. Pero no quiero escribir sobre esto. No. Pasemos a otro párrafo, así el post es más fácil de leer para los de fuera. Para vosotros. 

Me pregunto quiénes leerán esto, mi padre por descontado. De hecho, estoy escribiendo esto porque ayer mi padre le dijo a mi madre que me dijera que a ver cuándo actualizaba mi blog. Y lo actualizo. Pero me da pereza, no quiero aburrir. Aburriros. Quiero leer tranquilamente y robarle ideas a los libros que leo para escribir mis poemas en el ojo izquierdo. Tengo libros que escribir, ojos izquierdos que mantener abiertos, camisas que doblar y colgar de una percha en el armario del dormitorio. Mi padre es mi mejor lector. Creo. Supongo. Bueno, la cosa está entre mi padre y Mili. Mili ahora me lee mucho. A veces llora. Yo no sé si llora por lo que escribo o porque me conoce. ¿Lloraría si lo que leyera fuera de un desconocido? ¿de un libro de esos con la vida de un autor en la solapa, una vida plagada de títulos y premios y logros y mierda sobre mierda para tapar la realidad? No lo sé. Pero me gusta que me lea. 

Mi padre también me lee. Su interés va más allá de lo literario. Aunque cualquiera que lea este ojo derecho, lo hará por intereses de todo tipo, menos literarios. La literatura no se escribe así. La literatura no sé cómo se escribe, pero así no. Esto es nada. Tac, tac. ¿Y Rain? ¿y J? El mundo pasa, llega, dice hola y desaparece. Yo hago lo mismo. Yo soy el mundo. Avanzo hacia lo desconocido modificándolo (Marc Augé). Mi padre, encorvado en ese sillón lleno de pelos de gata (mi gata Barckley, le puse ese nombre en honor al gran jugador de los Phoenix Suns Charles Barckley. Tenía un gato también, se llamaba Jordan. Jordan y Barckley, gato y gata, cuando le dije a Max Estrella que se había muerto Jordan el cabrón me dijo: pues saca a Barckley), mi padre, digo, encorvado, porque tiene el ordenador en un rincón, sobre una mesa redonda, baja, una mesa de centro con cristal, y un sillón deplorable donde se sienta a punto de herniarse y se pasa horas y horas haciendo clic, clic con el ratón. Yo, cuando voy a su casa, no aguanto más de 30 minutos (a mis 31 años, mi padre tiene 62) en esa postura. Llevo años pensando en comprarle un mueble como dios manda, en Ikea, pero lo voy dejando pasar, a ver si cuando mi padre lea esto se conciencia de lo malo para la salud, para la anatomía, para la armonía postural de huesos y fibras y sistemas y se compra un escritorio y una silla ergonómica. Joder. 

Mi padre también tiene un blog y de vez en cuando me deja comentarios anónimos. Le dije que fueran anónimos, que no quería que se viera que mi padre me escribe comentarios, pero ahora no me importa, me da igual, que me escriba comentarios quien quiera que me lea. El máximo de comentarios que he tenido han sido cuarenta y pico, pero eso era antes, en otro blog, en otra vida, cuando Danilo era otro y la vida era la misma vida pero… pero no me concentro, mi madre está entrando y saliendo de la terraza, con el frío que hace, joder, mamá, que hace frío, vale hijo, vale, ya la cierro. 

Iba a escribir hoy acerca de escribir, cómo escribir, cómo no escribir, lo haré. No seré didáctico, seré yo, radical, antipático, mentiroso. Y diré que Marc Augé es un señor antropólogo francés que escribe mucho y sabe mucho pero no tiene no zorra de dar una conferencia, una charla, de hacer amena la cultura, habla de la revolución de la educación, pero habría que empezar por revolucionar la suya, si pretende revolucionar algo, desde luego, no va a ser a base de charlas en las que la gente se larga antes de que acaben, salvo W. W se queda hasta el final, por educación, se mantiene sentada jugando con sus manos y poniendo cara de saber perfectamente de qué está hablando. Menos mal que luego me dijo que no se enteró de nada, yo ya estaba pensando que tenía un problema de atención. Si hasta saqué la libreta y me puse a escribir, tomar apuntes de la charla de este francés narcolépsico para que los presentes creyeran que yo también, que yo sí, que lo que se oía llegaba a mi córtex cerebral, que era asimilado por mis facultades, que mi intelectualidad estaba a la altura, pero no, todo lo que se dijo era un coñazo y una basura posmoderna. El arte a veces es así, la cultura, lo underground, lo que no se entiende, dice Vila Matas, es una puerta que se abre. Cuando uno no entiende algo tiene dos opciones: asentir con la mano en la barbilla y decir oh! ah! mmmmm…! o levantarse de la silla e irse a tomar unas cervezas. La primera opción es la de la inmensa mayoría, los culturillas, los gafapastillas, los de no me entero pero joder qué interesante, los que ven puertas que se abren donde otros, simplemente, ven que están perdiendo el tiempo. No cambio media pinta de Paulaner (o como se escriba) por media hora de charla intelectual en el auditorio de la CAM. Salvo que esa charla la de yo. Entocnes, ya no sería intelectual, claro.

sábado, 24 de enero de 2009

Cheerios

Esto lo escribí 3 horas después del post anterior, pero lo cuelgo ahora porque no me apetecía publicar post tan largos y tan seguidos. Oxígeno.

La 1:29 h. De pronto me apetece escribir, no de pronto, no ahora, sino hace un rato, hace un par de horas, pero claro, acabo de escribir el último post del ojo derecho y no sabía si era sano seguir escribiendo. No sé si es sano. Escribo igual que vivo, sin corregir, sin pensar. La tele. La tele sigue encendida, hay dibujos animados y el aire acondicionado sigue llenando de aire caliente el salón de este piso de la playa de San Juan. No tengo ni idea de lo que voy a escribir aquí. No quiero decir nada importante, lo importante es algo que tiene que ver con los significados profundos, con un llegar más allá, con un discurso de investidura, erradicar el hambre, echar un buen polvo, lo importante no es esto. La 1:33 h. Hace 2 horas me tomé una pastilla, me drogué, tomé una pastilla para calmar los nervios. Hacía un mes más o menos que no necesitaba hacer eso. La droga ayuda a vivir. La vida necesita a veces que le echemos una mano. Seguimos vivos y escribimos que seguimos vivos. Mientras la vida exista y no me duela nada podré escribir. Vivir. Escribir. Para escribir hay que dejar de pensar. Para escribir hay que escribir, darle a la tecla, oír el tac tac tac tac tac sin parar, coma, espacio, punto, espacio, letra letra letra letra espacio letra letra letra letra tilde letra letra espacio letra letra letra abrir paréntesis, he parado un momento para ver la tele, cerrar paréntesis, punto. Hoy es viernes. Dentro de unas horas, a las 18:00 h, cojo un tren dirección Madrid. Todavía no he hecho la maleta. Meteré la plancha en la maleta porque en Madrid no tengo plancha y ahora no me apetece planchar nada y aunque planche se va a arrugar en la maleta. Todo lo que guardes en una maleta sale arrugado. La 1:42 h. Me cuesta escribir esto ahora, a la 1:42 h no escribo rápido. Me pregunto, ahora mismo, qué encuentras tú de interés en esto que estás leyendo. Yo. ¿Por qué escribo? ¿Por qué tengo un blog? La principal razón por la que tengo un blog es porque sin blog no escribiría ni una palabra. Necesito el blog, necesito escribir esto y lanzarlo a eso que llaman ciberespacio, lanzar la nave, fabricar el barco y echarlo a flotar, como cuando tallaba de pequeño barquitos con la corteza de los árboles, uno fabrica barcos con trozos de corteza para echarlos al río, para verlos alejarse, ver si flotan, hasta dónde coño llegan, uno escribe textos para echarlos a algún sitio, al aire, al ciberespacio, si nadie los lee no son nada, lo que uno escribe y no es leído al instante se echa a perder, si nadie lee lo que escribo, entonces no escribo. Gracias a mis padres que me leen puedo escribir. Es sorprendente que mis padres me sigan queriendo y respetando después de leer las burradas que escribo a veces. Eyaculaciones, pajas, gente que folla, drogas, enfermedades, pornografía… parece que mi educación no ha dado mucho de sí, pero en realidad digo muchas más cosas. Las digo, digo las cosas, pero procuro que no se note demasiado. 1:49 h. La vida. El sofá. Una manta sobre las piernas y un jersey y 1,5 litros de agua mineral Solán de Cabras que he bebido en menos de 3 horas. Andy Warhol. Hace dos días que no leo sus diarios. Ser Andy Warhol implica estar todas las noches de fiesta y acudir a cualquier acto cultural y no levantarse nunca antes del medio día. Yo ahora intento ir a actos culturales. Ir a actos culturales me hace sentir que estoy en el mundo, que pertenezco a algún lugar, que mi sangre está cargada de plaquetas, que soy útil. 1:54 h. Cambio el canal de la tele, están echando dibujos animados para adultos, una imitación de los Simpson y Padre de familia. Un coñazo. Estoy en el salón. Tengo el aire caliente puesto en el dormitorio para poder entrar a dormir y no morirme de frío. Tengo miedo al frío. Tengo miedo a la oscuridad. Tengo miedo a estar solo y no poder hablar con nadie, necesito hablar, contarle al que tengo delante que estoy mal, que me duele aquí, que tengo que ir al médico, que estoy siempre igual, necesito reírme de mí mismo, pero estando solo es difícil reírse. Cuando uno está solo se vuelve loco. La cabeza gira sobre sí misma una y otra vez. Escribir. Hay gente que no tiene ni puta idea de escribir. Yo sé escribir. Lo digo aquí, sé escribir, sé apretar las teclas, sé repetirme lo justo, decir lo que quiero decir y que suene interesante, sin serlo. Nada de lo que me ocurre es en sí mismo interesante. Nada de lo que le ocurrió a Kafka era en sí mismo interesante. Nada de lo que le ocurrió a Bukowski era en sí mismo interesante. Lo interesante es inventarse con palabras lo que a uno le pasa, no contar la verdad, sino meterle literatura a la verdad, que es algo parecido a exagerar, contar con lupa. Las 2:02 h. Debería irme a la cama. En la tele un hombre ordeña ovejas y dice que la juventud se ha enganchado a eso de estudiar y ya no se encuentra gente para el pastoreo, para sacarle la leche a las ovejas, ni la lana. Yo no tengo jerseys de lana. Mis jerseys son de algodón. Hay que joderse, el algodón está en todas partes. Un poco de algodón y unos vaqueros. Eso es todo lo que hace falta para vivir. Y unas Converse. Las 2:06 h.

jueves, 22 de enero de 2009

La vida, el futuro del libro, una Coca Cola y W

La vida, siempre hablo de la vida, escribo la palabra vida, digo vivir, la vida, estar vivo, una Coca Cola y una sonrisa, la chispa de la vida. Escribo en el sofá, con la tele de 42 pulgadas encendida, con volumen. Como en todos los canales hay noticias, salvo en la sexta que hay fútbol, pongo .2, un canal valenciano con reportajes y como hablan en valenciano si no presto demasiada atención no me entero de mucho, bueno, sí, porque en la tele se entiende siempre todo, te lo ponen mascadito, hablan despacio, bajan el nivel, que todo el mundo lo entienda, que la gente, la masa, el telespectador que se repite en cada sofá de cada casa pueda comprender lo que decimos, que no cambie de canal, que no nos mate. La vida. He ido a comprar Coca Cola Zero, la necesitaba, y he arrancado el coche para que no se quede sin batería. La vecina, o el vecino, no sé, llamémoslo el hijo de puta del vecino, tiene música a todo trapo y no me deja escuchar, o ignorar a gusto, el valenciano del canal .2. Joder. No me queda más remedio. Pongo música. Quito el volumen a la tele y pongo música de Snow Patrol. También he aprovechado para ir a la cocina y prepararme un segundo sándwich con el que acompañar la Coca Cola Zero. Me gusta repetir palabras, frases, sonidos, cosas. Todo el mundo sabe, o debería suponerlo, porque ya lo he escrito, todo el mundo que me lee, que si bebo Coca Cola, es Coca Cola Zero, porque he escrito que he ido a comprar Coca Cola Zero. Pero no me gusta escribir sólo Coca Cola, tengo que escribir Coca Cola Zero. Hay cocodrilos en la tele y escribo esto sentado en el sofá con el abrigo puesto. Hace frío. Tengo las manos heladas, no puedo escribir rápido. Ya no sé lo que iba a escribir cuando empecé esto, no me acuerdo, sólo veo cocodrilos en la tele y negros y un blanco con gorra, bien afeitado, limpio, investigador, curioso, que asiente con la cabeza, dice, veo que dice, sí, sí, a todo lo que están diciéndole los negros que le rodean. También hay un río con meandros. Un río caudaloso, salvaje, con el agua turbia y con piraguas. La vida. Ayer viví también. Mi vida, ayer, me llevó a una conferencia acerca del futuro del libro. Eran 4 tíos y una tía que hablaban cada uno soltando su rollo, la tía no habló, sólo manejaba un MacBook Pro. De los 4 tíos, sólo 2 hablaron del futuro del libro, los otros 2 se limitaron a hacerse propaganda, mi web, mi biblioteca virtual Miguel de Cervantes. Yo jamás iré a una biblioteca que se llame Miguel de Cervantes o William Shakespeare. Aunque sea virtual. Tengo las manos heladas, ateridas, tengo los dedos como palos. No me queda más remedio que encender el aire acondicionado con bomba de calor para poder escribir como una persona. La vida. Intervine en la conferencia, dije que el libro está muerto, que nadie puede dudarlo, que el libro va a desaparecer, como desaparecieron las tablillas, los códices, los manuscritos del mar muerto y las obras completas de Pérez Galdós. Todo va a desaparecer si no se digitaliza. Escribir sobre el papel es algo antiposmoderno, antipostposmoderno, David Foster Wallace nunca lo hizo. Se ahorcó con una cuerda de escalada que compró en internet, no se ahorcó con una simple soga, se ahorcó utilizando la tecnología. El futuro. Creo en el futuro porque tengo memoria. El futuro del libro está en este ordenador, el futuro del libro es no ser libro. El blog. Literablog. El futuro del libro es la vida. Después de la conferencia fui a un concierto. Sí, en Alicante hay conciertos. Fui con W, primero a la conferencia y luego al concierto. Un concierto de piano, violín y violonchelo. Música clásica. No sé por qué pero durante el concierto me acordaba de Apocalíptica, al ver el violonchelo me decía, jo, molaría estar en un concierto de Apocalíptica, todo violonchelos sonando como ahora suena Snow Patrol. Durante el concierto también me acordé de un capítulo de El príncipe de Bel Air, de mi amigo Wally, de un concierto de jazz en Granada, de otro concierto que fusionaba flamenco y jazz en Toledo, me acordé de una novia que tuve y que tocaba el violín, me dejó ella. Ya no me gustan los violines. Me acordé de otro concierto de jazz, en Madrid, en el Café Central, creo que se llamaba así el café, fui con Michel Djerzinski y dibujé lo que allí vi en las páginas de cortesía de un libro de poemas Roger Wolfe. W me recuerda a Michel Djerzinski. Aunque ella no lo conoce, creo que se lo he dicho. W estudió filosofía, como Michel, aunque a Michel le quedan unas pocas asignaturas, pero le sobra filosofía, Michel es un filósofo, un poeta que no escribe poemas espectaculares, pero que hace que yo escriba mejores poemas. Michel me ha ayudado a ser mejor escritor. Si no lo sabe, ahora lo digo y cuando lo lea lo sabrá. Michel es un filósofo de barra de bar y cervezas con limón, W también toma cervezas con limón, aunque no filosofa mucho, al menos no en voz alta, pero detrás de sus gafas nuevas leo a Schopenhauer y a Unamuno. No me gusta Unamuno, escribe mal. Yo escribo mal. Yo tampoco me gusto. La vida. El concierto, Haydn, Beethowen, Mendelson. La parte que más me divirtió fue la de Mendelson. A W creo que también. Vivir, salir una tarde del trabajo y vivir un poco, no irte a casa, no encerrarte y ver la tele, no sentarte en el sofá, no ser un telespectador repetido en otro sofá de otra casa bebiendo refrescos y comiendo porquerías. Vivir, ir a sitios, decir cosas, inventarte teorías estúpidas acerca de esas cosas y tomarte una cerveza antes de volver a casa. La vida. Iba a escribir acerca de la escritura, de cómo escribo poemas, la segunda parte, más de lo mismo, abrirme un poco y deciros cosas que son verdad, pero he hablado de la vida. Mi vida es escribir, pero no sólo eso. También tomo pastillas y me drogo y voy a sitios y hablo con las personas. No es fácil hablar con las personas, uno nunca sabe si realmente te escuchan simplemente esperan que te calles para soltar su rollo. Eso es algo que Don DeLillo refleja muy bien en una de mis novelas favoritas: Ruido de Fondo. Ahora, mi ruido de fondo es el último disco de The Killers. Por suerte ya no oigo la música del hijo de la gran puta del vecino. En la tele hay un escorpión, un marsupial y una serpiente.

lunes, 19 de enero de 2009

CÓMO ESCRIBO UN POEMA (sin métrica)

Me da miedo escribir esto. Pero para qué estamos aquí, sino para pasar miedo y tomar pastillas y ver series de televisión y anuncios. Sobre todo anuncios. El origen del ojo derecho, la idea que me impulsó a crearlo, el verdadero motivo, era poder escribir aquí acerca del proceso creativo que me llevaba a escribir en el ojo izquierdo. Escribir en el ojo derecho la forma en que escribo en el ojo izquierdo, contar el cómo y el porqué, el cuándo, el dónde, describirme y mostrarme un poco como soy, o un mucho. Quién sabe. No estoy seguro de haber hecho esto en ninguno de los post que llevo publicados desde que abrí el blog. Hoy voy a hacerlo. Voy a contar la verdad acerca de cómo escribo. Imagino que esto tendría algún interés si yo fuera un gran escritor, imagino, que si yo fuera un gran escritor todo el mundo desearía que confesara mis secretos, la magia de la creación. Pero soy lo que soy. Tengo 31 años, llevo escribiendo desde los 19 (casi todos poemas a las chicas que me gustaban, armas arrojadizas, sonetos con los que me echaba alguna novia en las bibliotecas) y hace unos 3 años que empecé a tomarme esto algo más en serio. Este esfuerzo ha dado como resultado un premio, un libro publicado (hasta que no lo vea no me lo creo, dicen que para finales de Febrero), nada. Conseguir lo que tanto tiempo has añorado no significa nada, porque ahora tengo más miedo, porque nada conseguirá obrar el milagro de la buena escritura, la buena escritura no sé dónde se encuentra, la busco, juro que la busco, pero todo lo que sale últimamente de mi MacBook Air es muy parecido a la mierda. Aún así voy a contar cómo escribo habitualmente, cómo suelto mierda habitualmente, y puedo hacerlo porque desde hace mucho tiempo se vienen dando una serie de costumbres en mi vida a la hora de escribir. Estas costumbres, he descubierto, tienen algo en común con la forma de trabajar de Andy Warhol. Quiero, estoy intentando, escribir algo con el ojo izquierdo acerca de Andy Warhol. Leer sus diarios me impulsa a ello. Ya veremos.

Anoche, mientras intentaba escribir algo con Andy Warhol como tema, con el ojo izquierdo a medio abrir, salió otro poema totalmente distinto. Casi siempre me ocurre esto. Quiero ir por un lado pero de pronto se enciende la luz por otro sitio y tiro por ahí sin importarme que no tenga nada que ver con lo que quería contar. Como siempre que escribo, estaba con la tele encendida. Escribo con la tele encendida. Casi siempre. Ahora mismo la tengo apagada, pero es que he estado leyendo hace pocos minutos los diarios morbosos de Michel Djerzinsky y quería algo de concentración. Por lo general, para escribir, no necesito estar muy concentrado, si me concentro demasiado no sale nada. La tele está encendida, pero sin volumen. Como ruido de fondo me pongo música, el 90% de las veces escucho el disco Absolution de Muse, lo escucho una y otra vez, cuando se acaba (esto ocurre en un suspiro) adquiero conciencia del paso del tiempo. Ahora estoy escuchando Sawdust, de The Killers, llevo todo el día escuchando el mismo disco sin descanso, salvo para comer e irme a la playa a correr un poco, (me estaba muriendo y tenía que salir, tengo el estómago encogido mientras escribo esto, creo que voy a acostarme sin cenar), necesito la música para no ahogarme, necesito la tele para no ahogarme. No puedo estar solo. La tele es una ventana, es el mundo dentro de mi mundo y la música impide que escuche demasiado bien lo que dice mi cerebro.

Pues mientras estaba con la tele encendida intentando escribir con lentitud algo que no salía, mientras hacía eso, empiezo a fijarme en los anuncios, los anuncios, la tele me habla y me dice que compre esto, apago la música y le doy volumen a la tele, y entonces empiezo a escribir sin pensar, poseído, lo que voy viendo en la tele. Lo bueno, es que cuando escribo así, sé que va a salir algo que valdrá la pena y lo escribo sin ningún miedo porque nadie va a leerlo, lo que nace de esa escritura es el esqueleto del poema, que escribo y reescribo tantas veces como quiera. Repito frases, repito ideas, unas al lado de otras, sin borrar, las repito las veces que haga falta, lleno 2, 3, 6 folios de un montón de cosas que vuelven una y otra vez sobre sí mismas. Cuando siento que he agotado el tema, o simplemente me aburro, lo dejo. Sobre ese texto vuelvo luego y voy destruyendo las frases o párrafos mediocres. Busco el poema. En todo eso siempre hay un poema. Voy resaltando en negrita lo que me gusta hasta que empiezo a verlo claro. Entonces a veces añado algo, cambio el orden de algunas frases, busco la sorpresa, busco lo que quiero decir sin saber muy bien lo que quiero decir. Juro que, muchas veces, casi siempre, no tengo claro lo que dice lo que escribo, simplemente me gusta como queda, sé que dice algo, pero necesito que alguien lo lea para que sea dicho.

Esto es largo. Ahora viene lo mejor.

He colgado en mi ojo izquierdo un poema, no sé cómo se titula, todavía, cuando lo sepa lo pondré aquí entre estos paréntesis (RETROALIMENTACIÓN) ya que en realidad no lo he colgado todavía, lo haré a la vez que cuelgue este texto del ojo derecho. Lo que quiero hacer, es mostrar el origen en bruto del poema del ojo izquierdo. En este caso, lo que escribí anoche sin pensar mientras miraba un anuncio tras otro tiene más o menos la misma extensión que el poema definitivo, lo cual no suele ser lo más común como ya he explicado. Este es el texto, el esqueleto, la piedra:

“Nunca salgo de casa sin mi aspirina con vitamina C. No salgas de casa sin tu aspirina con vitamina C, dice la tele, y yo confío en mi aspirina con vitamina C. Me pregunto qué diferencia hay entre coca cola zero y coca cola light. Antes de salir de casa activo mi defensas con actimel, relleno los huecos de mi cuerpo, hidrato mis rizos y los dejo un 80% más definidos. Yo confío también en openbank. Yo soy los anuncios, soy dinero, soy las ofertas y los sms con la palabra tal o cual al 4554, yo soy los sorteos y soy la audiencia. Yo hago que todo esto funcione.
No todos los bífidus son iguales, quiero 2 gigas de memoria en mi teléfono móvil, mi momento, mi Vodafone, eficaz, la lejia ultrabrillo quita toda la porquería metida entre las baldosas, nunca falta en mi casa, como el papel higiénico, aunque yo a veces me he quedado sin papel higiénico y me he limpiado con las servilletas de papel de la cocina, ahora hay una crema que te hace las tetas más grandes, con breate right respiro y duermo mejor. Con respibien respiro bien y el sabor no pasa a la boca, y tomo colacao con sabor a galleta maría en cualquier lugar, ya era hora, rizos profesionales, pelo bonito, definición y protección, galletas con mucha leche y auténtico chocolate, pelo happy, pelo feliz, un pelo feliz, que siente, empiezo el día con philadelpia, una forma divina de empezar el día, también hago los 15 días especial k y estoy flaco, flaco, hago deporte y como equilibradamente por menos de 2 euros al día.”

El caso es que incluso escrito así tiene algo que me gusta. Digamos que está relacionado con la escritura automática, pero no exactamente, ya que lo que hago es coger mensajes de los anuncios de la tele, según me digan algo, y los escribo, no es algo del todo automático, pues he ido pensando más o menos cómo suenan, eso sí, lo escribo a toda hostia. Una vez escrito me fui a la cama. Sabía que hoy por la mañana ya tenía medio poema escrito. Al leer ahora el poema del ojo izquierdo (RETROALIMENTACIÓN) se pueden apreciar todos los cambios, lo que añade la reflexión y lo que quita. No sé si a alguien le gustará el poema que acabo de publicar en el ojo izquierdo, da igual, el 90% de mis poemas los escribo así, y cuando digo poemas, me refiero a todo lo que escribo en el ojo izquierdo. El otro 10% consta de esos párrafos escritos a toda hostia y que al releerlos me gustan pero no sé donde meterlos, así que se quedan tal cual, como un texto aislado, como un poema en sí mismo, sin retocar apenas.

Este es, en resumen, el proceso creativo mediante el cual escribo poemas sin métrica. Los poemas medidos los escribo de un modo muy distinto. Puedo tirarme 3 ò 4 horas para 8 simples versos. Aunque esto, si lo cuento, lo haré en otro post, otro día.

Acabo de releerlo y me he dado cuenta de que he escrito un auténtico coñazo, pero esto es lo que tiene la verdad escrita tal cual es. Lo divertido es contar la verdad exagerándola, como suelo hacer.

martes, 6 de enero de 2009

sin título

Mirar con el ojo derecho es mirar siempre lo mismo, envejecer, el tiempo pasa rápido, aprietas el botón y se enciende la bombilla, el ojo derecho acorta, simplifica, el ojo derecho mira los días como si fueran resultado del movimiento de rotación del planeta en sentido inverso a las agujas del reloj, el sol sale por el este y se pone por el oeste, así el día y la noche, las estrellas, el café por las mañanas y los cubatas en el bar. Un ojo derecho te destruye. Un ojo derecho te permite ver tu reflejo en los espejos y abrocharte correctamente hasta el último botón de la camisa.

viernes, 2 de enero de 2009

OJO IZQUIERDO ACTUALIZADO

Ya está. Me pregunto que es eso de actualizar algo, mi ojo izquierdo. Llevo un par de semanas, más o menos, escribiéndolo, sí, sí, dos semanas para esa memez. Claro que no he escrito ni 30 minutos de media al día. Este trabajo tiene eso, mi trabajo, digo, lo que hago todos los días desde que me levanto hasta bien entrada la tarde, tiene eso, no me deja escribir siempre que quiero. Mi trabajo tiene algo de llegar a casa y quedarse mirando la pared, diciéndose, tienes que escribir,tienes que escribir,  venga, escribe, o lee algo al menos, venga, coge ese libro y lee, haz algo que tenga que ver con la literatura. Y lo hago. Claro que lo hago. Nada tiene tanto que ver con la literatura como no hacer nada. Vivir, subir las escaleras del portal, sentarse en una silla, deprimirse. Me actualizo, me empujo a decir algo, qué es un ojo izquierdo? Para qué mierdas sirve? por lo pronto un ojo izquierdo sirve par sufrir, para darle demasiadas vueltas a las cosas, luego, además, sirve para ver algo que lo demás no ven. Y con eso que ve el ojo izquierdo se escriben poemas, textos que luego cuelgo en internet. Se escriben libros. 

El año nuevo, es decir, exactamente un día más, un simple día de mi vida. No he escrito nada en todo el mes de diciembre, bueno, sí he escrito, pero no he posteado. Un blog donde no se postea ni una vez al mes no es un blog, es una mierda y una falta de respeto. Lo siento. De todos modos, por eso creé el ojo derecho, para suplir las carencias de lo otro, la no escritura de verdad, la escritura que es difícil, que me cuesta tiempo. Espero poder escribir por lo menos un poema al mes. Y comer menos grasas y salir a correr más a menudo.