sábado, 13 de febrero de 2010

chuparnos las pollas

Hoy me he levantado con ganas de chuparme la polla, o de que alguien me la chupe, mi glande ha dejado su prepucio para eso, salir al mundo frío, a los cero grados de temperatura con que Madrid me acoge, me dice hola, hola, soy una ciudad fría, llena de gilipollas y de coches conducidos por gilipollas y bares donde la gente fuma y se muere de cáncer y hepatitis y come pipas y quicos y galletitas saladas y la camarera está muy muy muy muy buena. Me gustaría que fuera ella quien me chupara la polla, eso sí, siempre que no me roce el glande con los dientes.

Y todo esto para qué, me pregunto, te preguntas, yo me pregunto cuánto tiempo llevas sin tener un orgasmo, tú te preguntas de qué va todo esto, ¿le llamo o no le llamo? ¿me querrá? ¿me amará? ¿me chupará la polla (coño, tetas, ojete)?

Estoy contento, mirad, voy a chuparme la polla. Hace poco un señor me escribió un correo, por lo visto compró mi libro o lo robó o se lo regalaron, lo leyó y le gustó, le gustó mucho y me lo dijo, a mí me alegró enormemente, las críticas son necesarias, son imprescindibles, pero las bondades de un "me gusta", a veces, son necesarias para darle a uno seguridad, fuerza, te dan espacio para tomar impulso. Este señor se llama Jose María Cumbreño, y en su blog (pinchar aquí) dice cosas de mi libro que molan.

Ayer alguien me dijo que un poeta es una persona tonta que lleva gafas. Estoy de acuerdo, por eso yo, aunque llevo gafas, no soy poeta, yo soy un cabrón ¿recuerdas? y desde esta fachada de tipo follador, quiero decirle humildemente a Jose María Cumbreño GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS. De verdad, aunque lo que dices me da miedo. Mucho. Pero gracias, en serio. Esto, lo de ahora mismo, lo escribo yo, el resto del post, lo escribe el soltero autopoético, la cosa escondida. Sigo escribiendo con casi las mismas ganas que antes, pero, joder, esto duele mucho.

Esto es fácil, sólo necesito que unas 200.000 personas opinen lo mismo que Jose María, que tengan la mismita sensibilidad (o ausencia de ella) para, entonces, por fin, ser alguien que pueda decir en público que Alberto Olmos es un gilipollas, y Agustín Fernandez Mallo, y sobre todo, Vicente Luis Mora. Y que le oigan, y la gente le haga caso. Yo quiero lanzar al mundo la generación "tazón de Neskuik con leche entera antes de acostarse".