jueves, 17 de septiembre de 2009

LA ÉPOCA MÁS FELIZ DE TU VIDA 1

Mientras preparaba café he puesto a Julie Delphy pero me he dado cuenta que a estas horas, mientras tomo conciencia de mi cuerpo y de mi situación sobre el planeta, mientras noto como la leche caliente y el café entran en mí, no puedo escuchar otra cosa que no sea música clásica. Se ve que con la costumbre se ha convertido en un ritual. Comenzar el día con Fauré, Mozart, Dvorak, Verdi, Paganini, escasas veces Satie, Gossec… es uno de esos regalos que nos hacemos y nos alegramos. Recostarse en el sofá y escribir ahora con los pies sobre la mesa tampoco es moco de pavo. No me gusta usar esa expresión, hay que huir de las frases hechas, eso es algo que aprendí leyendo a Umbral, hay que meterle a todo algo de literatura. Él sabía como hacerlo. Yo voy practicando. Por lo visto tenemos chimenea en el piso, dice Mili que la chimenea funciona de verdad. Es enorme, está en el salón, como sea cierto que la chimenea tira voy a pasar un otoño cojonudo y que le den por culo al mundo y a los radiadores y al gas natural. Que le den por culo al sol. Hoy viajo a Madrid a las 16:00 h, llego a las 20:00 h. Avisaré a David, a Maxi y a Arturo, a ver si veo a alguno de mis amigos, y con suerte a los tres. No son los únicos, pero coño, son los que más a mano están. Avisaría a Nacho pero vive un poco retirado, y a Miguel, pero… espera, oye Miguel, si lees esto, mañana Viernes a las 17:00 h estaré por el centro de Madrid, por Malasaña, o por donde quieras que esté si te apetece que nos veamos. Puta. Vas a salir en mi tercer libro, que lo sepas. El gran hombre coleóptero que huye de las metáforas como de los calcetines blancos o el matacucarachas. Ayer mi prima Patricia tuvo un bebé, pesó 3, 3 kg. Ayer chateé (no es que tomara chatos) por el Facebook con otra Patricia, con Juana la Loca, con Patricia Corta y Pega, ahora vive en Navarra, queremos vernos, hablar, retroalimentarnos, ha estado en Italia un año, se ha licenciado, ella fue la primera persona que tuvo el original de CONFESIONES… y mi mejor lectora, Patri, a ver si me entrevistas y me lanzas al estrellato de los gafapastas. Espera, esto qué cojones es, un post o un mail multitudinario? Quiero hablar de mí, no con vosotros. Ayer mantuve una larga charla con mis padres por teléfono, hablamos de mi infancia a raíz del post ESPINETE, mi madre me lanzó una pregunta: ¿en qué época de tu vida has sido más feliz? Joder con la preguntita, yo me comprometí a responder, veamos que piense… cuando era muy pequeño todo me daba miedo, vivía en Carabanchel, si llovía mucho pensaba que íbamos a morir ahogados y me ponía a rezar para que tal cosa no ocurriera, por la noche tenía miedo de que me comieran los monstruos y dormía con mi HEMAN (de los Masters del Universo) que como estaba cachas me defendía, por las mañanas lo encontraba tirado por el suelo y yo sabía (no lo imaginaba) que había estado combatiendo hasta caer rendido para defenderme de los monstruos y se lo contaba a mi madre mientras ella me vestía (la camisa blanca, el jersey azul de pico, pantalones grises de algodón, zapatos, en fin, un uniforme de colegio privado, el cole se llamaba NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED). Recuerdo cuando hacía caquita en un orinal porque yo era todavía muy pequeño y recuerdo que me gustaba pintar con boli azul el papel de la pared del cuarto de baño y luego mi hermana se llevaba la bronca. Ciertamente yo, por entonces, ya era un cabrón. Cuando mi madre me dejaba en clase me ponía a llorar, imagino que sería antes de primero de EGB, yo lloraba porque quería estar con mi madre, y ella me decía que no se iba lejos, que iba a una escuela de mamás que había al lado de mi cole y cuando terminara la clase venía a buscarme, de un modo u otro, al final tenía que joderme e ir a clase. Un día comenzó a nevar y Paloma, la profesora, nos contó que si hablábamos alto, si hacíamos ruido, la nieve se asustaba así que todos callados, qué tía, cómo nos las colaba. Yo no sabía decir CRA CRE CRI CRO CRU, pero un día, de pronto, recuerdo que empecé a pronunciar la R sin problemas, misterios del crecimiento. De pequeño me dolían mucho las rodillas, tenía reuma, me ponían inyecciones de Bencetacil una vez a la semana y dolía como si te mordieran la polla con perdón, siempre salía cojeando del jodido practicante. Desde entonces no soporto las inyecciones ni el olor a alcohol ni el color blanco. Mi barrio estaba lleno de gitanos, sin embargo era un barrio pequeño y nos conocíamos todos, tomábamos helados en lo de la señota Patro (yo, durante mucho tiempo decía pato, por lo de la R en medio), mi mejor amigo se llamaba David Quevedo y corría como un gamo, siempre estábamos echando carreras alrededor del bloque, un día casi me atropella un taxi, el conductor pegó un frenazo y empezó a regañarme desde la ventanilla, pero niño no te das cuenta que blablabla y yo le contesté todo chulo bien plantado en la acera: pero si yo corro más que los coches. Toma ya. A veces algunos niños nos pegaban a David y a mí, otro, un gilipollas rubio y grandote, un tal Fran siempre me amenazaba con atizarme si no hacía esto o lo otro, una vez un yoncarra cogió un gatito y lo lanzó al fondo de una obra, el gató cayó sobre las cuatro patas y salió cagando leches. Un día le metí una pedrada a Alfredo en todo el ojo y me fui corriendo, luego le vi durante un tiempo con un parche en el ojo. Definitivamente esta no fue la época más feliz de mi vida. El coche de mi padre era una tartana y había que empujarlo cada dos por tres. Seguiré pensando en ello.

2 comentarios:

Patricia dijo...

ostras, me pongo nerviosa cuando leo mi nombre en tu blog... mi corazón hace bum, bum, cada vez más rápido.

Anónimo dijo...

:-)
cómo te quiero!!!

DTB