miércoles, 16 de septiembre de 2009

LA CASA DE LAS PALABRAS

Esta mañana escribí el post número 100. Mi post nº 100 se ha titulado 2046. ¿Cómo se titulará mi post 2046? ¿100? Me gusta contar lo que estoy escuchando o viendo en el momento de escribir, me gusta ubicarme en el texto, reencontrarme, mirar a un lado y a otro para decir, ah, estoy aquí, es esto el mundo, es la vida. Suena el Réquiem de Verdi, estoy en el salón enorme de mi nueva casa, a partir de hoy dejaré de llamarla nueva casa, la llamaré la casa de las palabras. Eso es. Estoy en en el salón de LA CASA DE LAS PALABRAS. Tenemos 12 balcones y vamos a poner carteles en todos ellos con frases y palabras para que la gente que pase por la calle pueda leerlos, algo del estilo de La Casa Encendida de Madrid, que tenía su fachada llena de citas de Rayuela. Sí. De aquí a la cocina hay por lo menos 50 metros de distancia, 3 dormitorios y dos cuartos de baño. Me gusta lo que veo. Es decadente, me gusta la cocina, un escritor necesita una cocina como esa, vieja, una cocina venida a menos, pero que en su momento seguro que fue esplendorosa. La casa en sí huele a eso. Esto es la decadencia. Tengo una botella de agua mineral a mis pies. De vez en cuando dejo de teclear y bebo. Oigo la fuente de la plaza de las putas. Hoy me han ocurrido muchas cosas. He comido con Antonio Sempere, y hemos lamentado no tener a mano una grabadora porque la conversación, su conversación, era para grabarla. Joder, cuánta sabiduría, cuánta vida bien pensada, cuánta experiencia en esa risa. Hemos ido a darnos un homenaje a un restaurante muy cool, porque nosotros lo valemos, y luego café y visita de rigor a la fnac, porque un escritor no puede vivir sin música ni cómics. Y sin follar. Mi intención era escribir, destilar, esa conversación con Antonio, pero no me siento capaz, no ahora. Tal vez hace 4 horas sí, pero el tiempo pasa y pasan cosas y ahora ya lo tengo todo a flor de piel y para hablar de las cosas que habla Antonio hay que rascar dentro. Tal vez mañana. Tal vez nunca. La vida no es el tiempo que tenemos por delante, sino el que nos va quedando por detrás. No vivimos más, vivimos menos. Antonio ha entrado en mi vida para quedarse. Tenemos un salón que pide a gritos reuniones familiares. Mi familia en Alicante son mis amigos. He estado imprimiendo cosas para gestionar la matrícula de la facultad, voy a matricularme de 2 ó 3 asignaturas. Mejor eso que nada. Siento que este texto no fluye, no avanza, estoy escribiendo a trompicones y así lo mejor que puede hacer uno es dejar de escribir y cenar una ensalada y una pizza. Mili ha preparado pizza y ensalada. También he visto el partido de España de baloncesto. Luego conversación con Mirín durante varias horas, varias mujeres han pasado por delante, no de nosotros, sino de la conversación. Y Tere, digo Mili, llega luego y se une a la charla, antes pregunta recatada que si es charla de tíos o se puede unir, es charla de tíos, contesto yo, por eso eres más que bienvenida, y es que, en este piso, no somos 3, realmente somos 6, 3 tíos y 3 tías, porque no tenemos género, porque hablamos de todo, porque nos ponemos románticos, sensibles, hablamos de llamadas que no llegan y de comidas de coños o de pollas mientras unos se pintan las uñas y otros no. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ooooooooooh :-)




Mili, of course