lunes, 19 de enero de 2009

CÓMO ESCRIBO UN POEMA (sin métrica)

Me da miedo escribir esto. Pero para qué estamos aquí, sino para pasar miedo y tomar pastillas y ver series de televisión y anuncios. Sobre todo anuncios. El origen del ojo derecho, la idea que me impulsó a crearlo, el verdadero motivo, era poder escribir aquí acerca del proceso creativo que me llevaba a escribir en el ojo izquierdo. Escribir en el ojo derecho la forma en que escribo en el ojo izquierdo, contar el cómo y el porqué, el cuándo, el dónde, describirme y mostrarme un poco como soy, o un mucho. Quién sabe. No estoy seguro de haber hecho esto en ninguno de los post que llevo publicados desde que abrí el blog. Hoy voy a hacerlo. Voy a contar la verdad acerca de cómo escribo. Imagino que esto tendría algún interés si yo fuera un gran escritor, imagino, que si yo fuera un gran escritor todo el mundo desearía que confesara mis secretos, la magia de la creación. Pero soy lo que soy. Tengo 31 años, llevo escribiendo desde los 19 (casi todos poemas a las chicas que me gustaban, armas arrojadizas, sonetos con los que me echaba alguna novia en las bibliotecas) y hace unos 3 años que empecé a tomarme esto algo más en serio. Este esfuerzo ha dado como resultado un premio, un libro publicado (hasta que no lo vea no me lo creo, dicen que para finales de Febrero), nada. Conseguir lo que tanto tiempo has añorado no significa nada, porque ahora tengo más miedo, porque nada conseguirá obrar el milagro de la buena escritura, la buena escritura no sé dónde se encuentra, la busco, juro que la busco, pero todo lo que sale últimamente de mi MacBook Air es muy parecido a la mierda. Aún así voy a contar cómo escribo habitualmente, cómo suelto mierda habitualmente, y puedo hacerlo porque desde hace mucho tiempo se vienen dando una serie de costumbres en mi vida a la hora de escribir. Estas costumbres, he descubierto, tienen algo en común con la forma de trabajar de Andy Warhol. Quiero, estoy intentando, escribir algo con el ojo izquierdo acerca de Andy Warhol. Leer sus diarios me impulsa a ello. Ya veremos.

Anoche, mientras intentaba escribir algo con Andy Warhol como tema, con el ojo izquierdo a medio abrir, salió otro poema totalmente distinto. Casi siempre me ocurre esto. Quiero ir por un lado pero de pronto se enciende la luz por otro sitio y tiro por ahí sin importarme que no tenga nada que ver con lo que quería contar. Como siempre que escribo, estaba con la tele encendida. Escribo con la tele encendida. Casi siempre. Ahora mismo la tengo apagada, pero es que he estado leyendo hace pocos minutos los diarios morbosos de Michel Djerzinsky y quería algo de concentración. Por lo general, para escribir, no necesito estar muy concentrado, si me concentro demasiado no sale nada. La tele está encendida, pero sin volumen. Como ruido de fondo me pongo música, el 90% de las veces escucho el disco Absolution de Muse, lo escucho una y otra vez, cuando se acaba (esto ocurre en un suspiro) adquiero conciencia del paso del tiempo. Ahora estoy escuchando Sawdust, de The Killers, llevo todo el día escuchando el mismo disco sin descanso, salvo para comer e irme a la playa a correr un poco, (me estaba muriendo y tenía que salir, tengo el estómago encogido mientras escribo esto, creo que voy a acostarme sin cenar), necesito la música para no ahogarme, necesito la tele para no ahogarme. No puedo estar solo. La tele es una ventana, es el mundo dentro de mi mundo y la música impide que escuche demasiado bien lo que dice mi cerebro.

Pues mientras estaba con la tele encendida intentando escribir con lentitud algo que no salía, mientras hacía eso, empiezo a fijarme en los anuncios, los anuncios, la tele me habla y me dice que compre esto, apago la música y le doy volumen a la tele, y entonces empiezo a escribir sin pensar, poseído, lo que voy viendo en la tele. Lo bueno, es que cuando escribo así, sé que va a salir algo que valdrá la pena y lo escribo sin ningún miedo porque nadie va a leerlo, lo que nace de esa escritura es el esqueleto del poema, que escribo y reescribo tantas veces como quiera. Repito frases, repito ideas, unas al lado de otras, sin borrar, las repito las veces que haga falta, lleno 2, 3, 6 folios de un montón de cosas que vuelven una y otra vez sobre sí mismas. Cuando siento que he agotado el tema, o simplemente me aburro, lo dejo. Sobre ese texto vuelvo luego y voy destruyendo las frases o párrafos mediocres. Busco el poema. En todo eso siempre hay un poema. Voy resaltando en negrita lo que me gusta hasta que empiezo a verlo claro. Entonces a veces añado algo, cambio el orden de algunas frases, busco la sorpresa, busco lo que quiero decir sin saber muy bien lo que quiero decir. Juro que, muchas veces, casi siempre, no tengo claro lo que dice lo que escribo, simplemente me gusta como queda, sé que dice algo, pero necesito que alguien lo lea para que sea dicho.

Esto es largo. Ahora viene lo mejor.

He colgado en mi ojo izquierdo un poema, no sé cómo se titula, todavía, cuando lo sepa lo pondré aquí entre estos paréntesis (RETROALIMENTACIÓN) ya que en realidad no lo he colgado todavía, lo haré a la vez que cuelgue este texto del ojo derecho. Lo que quiero hacer, es mostrar el origen en bruto del poema del ojo izquierdo. En este caso, lo que escribí anoche sin pensar mientras miraba un anuncio tras otro tiene más o menos la misma extensión que el poema definitivo, lo cual no suele ser lo más común como ya he explicado. Este es el texto, el esqueleto, la piedra:

“Nunca salgo de casa sin mi aspirina con vitamina C. No salgas de casa sin tu aspirina con vitamina C, dice la tele, y yo confío en mi aspirina con vitamina C. Me pregunto qué diferencia hay entre coca cola zero y coca cola light. Antes de salir de casa activo mi defensas con actimel, relleno los huecos de mi cuerpo, hidrato mis rizos y los dejo un 80% más definidos. Yo confío también en openbank. Yo soy los anuncios, soy dinero, soy las ofertas y los sms con la palabra tal o cual al 4554, yo soy los sorteos y soy la audiencia. Yo hago que todo esto funcione.
No todos los bífidus son iguales, quiero 2 gigas de memoria en mi teléfono móvil, mi momento, mi Vodafone, eficaz, la lejia ultrabrillo quita toda la porquería metida entre las baldosas, nunca falta en mi casa, como el papel higiénico, aunque yo a veces me he quedado sin papel higiénico y me he limpiado con las servilletas de papel de la cocina, ahora hay una crema que te hace las tetas más grandes, con breate right respiro y duermo mejor. Con respibien respiro bien y el sabor no pasa a la boca, y tomo colacao con sabor a galleta maría en cualquier lugar, ya era hora, rizos profesionales, pelo bonito, definición y protección, galletas con mucha leche y auténtico chocolate, pelo happy, pelo feliz, un pelo feliz, que siente, empiezo el día con philadelpia, una forma divina de empezar el día, también hago los 15 días especial k y estoy flaco, flaco, hago deporte y como equilibradamente por menos de 2 euros al día.”

El caso es que incluso escrito así tiene algo que me gusta. Digamos que está relacionado con la escritura automática, pero no exactamente, ya que lo que hago es coger mensajes de los anuncios de la tele, según me digan algo, y los escribo, no es algo del todo automático, pues he ido pensando más o menos cómo suenan, eso sí, lo escribo a toda hostia. Una vez escrito me fui a la cama. Sabía que hoy por la mañana ya tenía medio poema escrito. Al leer ahora el poema del ojo izquierdo (RETROALIMENTACIÓN) se pueden apreciar todos los cambios, lo que añade la reflexión y lo que quita. No sé si a alguien le gustará el poema que acabo de publicar en el ojo izquierdo, da igual, el 90% de mis poemas los escribo así, y cuando digo poemas, me refiero a todo lo que escribo en el ojo izquierdo. El otro 10% consta de esos párrafos escritos a toda hostia y que al releerlos me gustan pero no sé donde meterlos, así que se quedan tal cual, como un texto aislado, como un poema en sí mismo, sin retocar apenas.

Este es, en resumen, el proceso creativo mediante el cual escribo poemas sin métrica. Los poemas medidos los escribo de un modo muy distinto. Puedo tirarme 3 ò 4 horas para 8 simples versos. Aunque esto, si lo cuento, lo haré en otro post, otro día.

Acabo de releerlo y me he dado cuenta de que he escrito un auténtico coñazo, pero esto es lo que tiene la verdad escrita tal cual es. Lo divertido es contar la verdad exagerándola, como suelo hacer.

5 comentarios:

Dudarazonable dijo...

Te quiero, tonto :))

peter dijo...

yo no te quiero,

pero me ha encantado la operación a pecho abierto sobre el cómo de lo que sale de tí.

Odal Orto dijo...

Pues la escena es para un cuento. La música, la tele, el vaivén del sonido, tu vaivén, el ahogo y el desahogo... Joder, es un cuento de neuróticos, o sea artistas, americanos o jóvenes posmodernos.
Es un buen regalo, sin vergüenza.

Anónimo dijo...

hola a los tres
no será el último, tengo para aburrir, que es lo que pienso hacer.

Odal, este finde voy a Madrid... ¿unas cañas?

Odal Orto dijo...

Claro que sí.