domingo, 25 de abril de 2010

tren Linares-Baeza-Málaga

El ir y venir de la vida, el pasarnos lo que nos pasa, el cáncer de colon, el padre que te ayuda con la mudanza, la madre que te llama por teléfono, la abuela, ay que pena hijo mío que te quiero mucho aféitate, la novia que abandonamos, el hijo que llora en su habitación, mi sobrino de 6 años, mi sobrino de 12 años, la Wii, la PSP, la Nintendo DS.

Lo que escribo en un tren con música en los auriculares de un grupo que ignoro, pasan por el pasillo viajeros que van a la cafetería, yo me fijo en las viajeras, qué remedio, me fijo en la viajera que está sentada dos plazas por delante, preparando unas oposiciones, guapa, pelo limpio, negro, largo, sombra de ojos, iris claros, labios, manos, piernas, todo muy bien, está muy buena.

Perdón, está bastante buena pero no muy buena, la he mirado bien, y es humana, tiene la cara de su padre, naricilla un poco estirada en la punta, boquita no lo suficientemente ancha, es una cara de quiero y casi puedo, dejémosla madurar, dejémosla alcanzar los 30. A los 30 años uno ya es todo lo que puede ser. El caso es que tiene ojos enormes como un dibujo manga. Ay.

Cambio de música. Cambio de música. Cambio otra vez de música. Ya. Empiezo a valorar la normalidad. La inmundicia de la fotocopia, el trabajo modesto, los 12 colores de una caja de plastidecor. En Málaga, después de la crisis sentimental de finales de diciembre y primeros de enero, después de follar mucho y más, después de ponerle la mano en el hombro a la intelectualidad joven y pretenciosa que va de joven y de matar al padre. Después de todo eso, he descubierto cosas.

A mi lado, pero con el pasillo de por medio (menos mal) una señora me pregunta que donde se enganchan los auriculares, aquí señora, mire, levante el brazo, esto es para cambiar de canal, y esto es el volumen. Cuando llegó detrás de mí, al subirnos todos al tren y sentarse en la plaza 9ª, su marido, que no viaja con ella, le subió la maleta a la repisa que tenemos sobre la cabeza y ella no Pepe que pesa mucho y luego no puedo bajarla y yo que lo oigo y que no soy tan mala gente, no se preocupe señora, yo se la bajo cuando lleguemos. Ah muchas gracias joven, de nada hombre, de nada, no es molestia.

He descubierto cosas, he descubierto algo de lo que vengo escribiendo ya algunos días, he descubierto que la magia es un truco. He descubierto que la gente especial es lo menos especial del mundo, que la gente mágica no sale de una chistera, que toda la mierda huele mal y ya no tenemos nada que hacer cuando hay metástasis.

Hace tiempo, yo me creía alguien, me creía especial, me apetecía ser diferente, nadar río arriba y descubrir lo que otros ojos no, lo que otros ojos nunca. Me apetecía tener una novia mágica, voladora, que leyera y escribiera y fuera mucho al teatro y me regalara pompas de jabón dentro de un cine antes de que empezara una película dirigida por Yuirfboncu Hjiuygb o Isabel Coixet. La magia cansa, la magia consume calorías, la magia es interesante durante 20, 30 minutos, luego ya lo que uno quiere es irse a lavar los dientes y quitarse los pelillos del entrecejo. Tanta poesía, tanto ser especial, tanto alcanzar lo sublime. Me aburre la gente divertida. He descubierto la maravilla de estar tranquilo a causa de no poder estar tranquilo, a causa de llamadas y de vamos a tal sitio y vente y venga y vamos y luego al final qué, o durante. Ya está, el aquí y ahora de escribir un rato y no pretender nada, no insultar, no reírme de, ni desearle la muerte a. Te elijo a ti porque tu sí que y los otros el resto no nada de nada. Déjame mirar por la ventana cuando viajo en tren, no me des caviar, no me des un plato decorado con sirope, por favor, ¿y el huevo frito? ¿y las papas? Lo que te hace crecer es lo que te sabes de memoria, lo que infravaloras porque está aquí, gira el picaporte, estira el brazo, pero eso es lo que te da la estabilidad que necesitas. Una estabilidad que te permite escribir, que te permite preguntarte cosas.

La poesía que le gusta al mundo a mí me huele a mierda, la poesía que leen subidos en tarimas y mirando al lado oscuro, hola, gracias por estar aquí, la poesía que me permite mirar las botellas que tengo delante, en el bar, y no hacer caso, no enterarme de nada porque no me dice nada. Me pasa con casi todo el mundo. Llegan una y dicen mira, qué grande, qué bueno, esto es sublime, me encanta este autor, este libro, este color que no existía. No me gusta tu libro, pienso, no me gusta como hueles. Leer no es mejor que no leer. Hacer deporte es más importante. Tener alguien cerca que te abrace de verdad (oh) es más importante. Mili. Comer verduras cada día. Eyacular.

Las casas que veo desde el tren son blancas, blancas luminosas solares casas de pueblo con gente de pueblo que es gente que sabe cuándo va a llover y para que sirve una espátula y un atillo de leña. Un horno de verdad. Una alpargata. Me gustan los libros y el olor a jabón Lagarto. El olor de las ascuas del brasero. Me da vergüenza darle la mano a mi abuela, me da vergüenza cada vez con mayor intensidad mirar a los ojos de la gente cuando digo algo que me sale de dentro. No me conozcas. No te metas en mi vida. Déjame seguir bebiendo cosas frías y devorando hamburguesas.

Porque de pronto lo normal, lo que no levanta polvo, lo anónimo es lo que quiero ser y tener. Un árbol me hace feliz, una serie cada martes, un sentarme y desayunar y buenos días. Un periódico los sábados. Sí. Dejen de hablarme, dejen de comerse las pollas delante de mí, esas risas, esos aplausos. Se me quitan las ganas de leer mis poemas en público, con micrófono y eso, se me quitan las ganas porque es un algo así como darme demasiada importancia, como hacer eso que digo que no me gusta en ellos, soy uno de vosotros, ese mismo.

Quiero que a la gente le gusten mis poemas, que me valoren en mi justa medida, es decir, un tipo normal, buena gente, no tonto, con miedo, alguien agradable, alguien a quien invitar a comer un día, un abrazo, un apretón de manos de verdad, muchas gracias. Eso sí. Muchas gracias. Espero que ustedes me perdonen, que perdonen mi ego por leer hoy aquí, pero es que me pagan, pero es que me gustaría vender algún ejemplar más de mi libro a alguien que realmente quiera leerlo. Las horas, los años escribiendo, espero que te guste.

No voy a echarme a llorar si no te gusta, no me importa que me odies, a mí no me gusta casi nada de casi nadie, pero respeto tu opinión, tu gusto, incluso respeto tu colonia.

No tengo fuerzas para que me digan mira, ven, corre, mira, no tengo fuerzas para que salten a mi alrededor y me digan escucha, oye, atiende, ven, corre. Un poste de teléfono es un poste de teléfono, una matrícula es una matrícula, no voy a hacerme fotos al lado de cada pequeña flor, al lado de cada mota de polvo especial, y si lo hago no voy a contártelo para que digas mira que especial soy, no voy a meter cosas dentro de un árbol, no voy a enterrar viejos rosarios en aquel huerto, y si lo hago no voy a contártelo para que digas mira que mágico soy.

Me gusta comer churros. Me gusta no hacer nada, perder el tiempo, no hablar, me gusta llegar a casa cansado sin ganas de preguntar que tal ni que me cuentes tu día, me gusta pasarme horas sin sonreír, me gusta que me ignoren y me gusta ignorar sin que nadie tenga que rasgarse la camisa. Y así la vida y las llamadas a los amigos. J.D. Salinger, eres mi héroe. Amigos, madrugar, una cerveza, la tele, el sudor, abrir un libro, silencio, teclear, el rumor de la nevera, olor a suelo recién fregado, un balcón, el sol, reír, pedir perdón, pedir permiso, usar el buenos días buenas tardes buenas noches y no pensar tanto en tantas cosas. Una camisa limpia. Un violín. Ibuprofeno. Lechugas, tomates, cuencos de madera. Una mesa para cuatro y cuatro amigos de siempre y una sandía partida en dos. Y qué hacer esta tarde, y qué no hacer esta tarde.

6 comentarios:

dijo...

me paso horas sin sonreir
un árbol me hace feliz
pero no me hace sonreir
respeto tu colonia
este color que no existía

me gustan los churros
una alpargata
eyacular
isabel

he descubierto cosas


p.d. cuando era pequeña hacía a veces poemas con palabras de otros poemas escogidas al azar, hoy he escogido sin azar.
ay!!!diría muchas cosas pero mejor no digo ninguna

besos!!!!

peter dijo...

y yo que iba a borrar la dirección pensando que ya te habías mudado del todo al blogquenovasadecirleanadie

Anónimo dijo...

Ya quería escribir un poco. Iba a hacerlo en mi blog pero seguro que aquí lo lees antes. Total todo lo que escribo es casi en exclusiva para ti. Para mi lector. Será largo.

Ya quería escribir un poco la primera vez que leí esta entrada, empecé a hacerlo y tuve que dejarlo, me molestó bastante porque pensaba que todo lo que iba a decir no volvería a ser, pero he vuelto a leer la entrada y creo que vulevo a encontrar las palabras y las cosas.

En primer lugar el texto me parece maravilloso por momentos. Reconozco a mi amigo, soy un poco su doctor en la sombra y sé exactamente lo que pasa y cómo pasa y esas cosas que cuenta y por supuesto como es. A veces es un tipo que pasea cerca de la valla de un colegio y recuerda que él también era niño y poeta sin saberlo y a vece ses un tipo que tienen unos pelánganos largos y mucha barba y a veces no.

Cuando voy a comprarme ropa siempre me pregunto si esta camisa o este pantalón lo compraría Manolo, dónde comprará esas camisetas... Porqué yo no soy así.

El otro día estuve en su casa, quiero pensar que no fue la última vez que estuve en su casa. La única casa que yo puedo reconocer como suya y donde tengo recuerdos y puedo ser yo y poeta y llevar una camisa conservadora y antigua.

EL otro día fue muy especial porque estuve con él y me llevé unos libros de sus estanterías y ahora están en las mías y no parece gran cosa pero los miro y me acuerdo de mi amigo y pienso en las cosas que dice y en las cosas que piensa y no dice y en su tono de voz.

Me hizo muy feliz y me apena mucho que Parla ya no sea lo que era. Siento que me han robado un poco mi niñez y mis recuerdos, que han tirado la casa mágica del árbol

Anónimo dijo...

...EN su entrada Manolo sigue siendo él. Es decir es un niño y está sólo. Un niño que hace cojonudamente bien las cosas de los adultos y no me refiero a follar, que a mí eso plin, me refiero a su curro, porque el tío se lo curra y lo borda.
Pero a mí eso me da igual, a mi me gusta el Manolo niño, el Manolo que le explica amablemente a una señora como funciona la música del tren y esa imagen es, en concreto, un poema que tengo que escribir.

Es un niño que a veces se contradice. Nunca Salinger puede ser tu héroe, Salinger no te llega ni a la suela del zapato porque Salinger era un tío raro y uraño, y tu eres una persona muy normal, y sí, estoy de acuerdo las personas más normales son las más especiales del mundo.

Me sorprendes porque no te cuesta nada pasar la nochevieja con unos recienconocidos e integrarte y ser tú y pasarlo bien. Y luego, quizá puedes separar los buenos de los malos, los que convienen y los que no, pero como niño en principio lo primero es tu normalidad, luego ya se verá.

Anónimo dijo...

Tengo muchas más cosas que decir, pero ya lo haré cuando te vea, empecaremos a charlar de libros y de ideas y seremos contradictorios por el simple placer de la dialéctica. Seguro que se me olvida hablar de muchas cosas pero en el fondo da igual.

Por cierto sobre las páginas tediosas de la Montaña Mágica. Sí, existen esas tediosas páginas. En la parte central de la novela se abren una serie de conversaciones sobre la ciencia, la educación, el conocimiento, el tiempo, la ética.. entre Hans Castorp (el joven protagonista), Settembrini, un librepensador humanista que desea formar al joven en la ciencia y el conocimiento y un jesuita llamado Nafta. Pero son pocas páginas de 940 páginas de novelón auténtico. Creo que es la novela junto con La ocnjura de los necios donde me he sentido más atrapado por los personaje sy sus vivencias.

natalia manzano dijo...

¿y si cito tres frases tuyas en mi blog?
¿y si lo enlazo?

citaré las tres frases porque me da la gana, y lo de enlazar, esperaré instrucciones. si no llegan, sonreiré cuando alguien me pregunte.

sintonizo con casi todo. me suele dar igual que me odien, también deseo escribir por si hay una persona que me lee y le gusta. me consta que eso pasó una vez y para mi fue más que suficiente.

besos,
n.m