domingo, 31 de enero de 2010

qué más da cómo titule esto

Últimamente siempre que escribo suena la lavadora, es lo que pasa por vivir en 40 metros cuadrados, que tienes la lavadora en el salón, igual que la nevera y el microondas y la vitrocerámica, o bien, tienes el sofá, la tele y la mesa del comedor metidos en la cocina, lo mismo da, se salva el dormitorio y el aseo, que por suerte guardan su independencia tras cuatro paredes y una puerta. La lavadora. La he puesto dos veces seguidas, es lo que tiene lavar en frío con el programa rápido, que las camisetas no se lavan bien, así que, a 30ºC y programa para ropa de algodón, a ver si ahora se van todos los olores con que mi cuerpo marca el territorio, el tejido de diseño, la ropa de color, los calcetines.

Me jode escribir esto en mi casa, no tengo internet, llevo viviendo así ya más de un año, sin internet en casa, pensé que no sería capaz, pero se puede, eso sí, hay que salir mucho al bar para tomarse un café, un zumo, y chupar wifi, eso cuando mi ordenador quiere conectarse, porque hoy, no sé qué cojones pasa, no me he podido conectar, al parecer yo era el único gilipollas que no podía, porque los de al lado venga a mirar fotos en facebook… hijos de puta… me cago en Steve Jobs, en la manzana de Newton y la reputísima madre que los reparió. Al final, lo único que se conecta siempre sin problemas es la mierda Sony Vaio con windows vista que me compré hace unos meses ¿quién ha sido el gilipollas que ha pensado que en un ordenador pequeñito como mi sony vaio el windows vista era un buen sistema operativo? Pero joder, si desde que enciendo el ordenador hasta que puedo empezar a mover el ratón pasan 5 putos minutos de mi vida. Encender el vaio con windows vista es despreciar la poca vida que nos queda. Pero en momentos como el de hoy tendré que hacerlo si me quiero conectar en el bar que hay cerca de mi casa.

Hoy he ido a mover el coche, pero ha sido imposible, se ha quedado sin batería. Creí que esto no me pasaría a mí, pero me ha pasado, claro, ¿quién necesita un coche si vive y trabaja en el centro de la ciudad? Pues eso, si he tardado 2 semanas desde que se me cayó el empaste hasta que he pedido hora para ir al dentista (voy este lunes, y voy porque resulta que he empezado a padecer una infección que amenazaba un ganglio del cuello que ya me dolía y menos mal que en la farmacia me han dado antibióticos y ya estoy mejor, puto trabajo que me absorve desde que me levanto hasta que ya son las siente de la tarde o las 6 y salgo tan hecho polvo que nada puedo hacer salvo irme a casa a encender la tele y quedarme dormido a las nueve de la noche aprox). Pues eso, como para pensar en mi coche que está bien aparcado con lo difícil que es encontrar sitio en el centro sin pagar y voy hoy me acerco y lo miro y está todo bien y me digo venga, cámbialo de sitio que a este paso te van a rajar las ruedas y voy a casa cojo las llaves vuelvo, abro, me siento, arranco el coche y… no arranco el coche porque no le queda energía a la batería, su puta madre, pero no me enfado, ¿cómo voy a enfadarme? Es algo que me he buscado yo, y la infección en la muela también me la he buscado yo y si sigo así voy a buscarme cosas peores, así que, pienso, y lo pienso ahora, Manolo tronco, ponte unos pantalones cortos y sal a correr, haz deporte, deporte de verdad, follar no es un deporte por mucho que sudes y te duelan las piernas después (depende de las posturas).

Por fin, ayer, y hoy, han sido, son, días soleados, con cielo azul y mucha luz que se te mete en los ojos y en la boca y se te mete en los bolsillos y te calienta el pelo y la espalda cuando caminas y te seca la ropa que acabas de tender. Parece que hoy estoy escribiendo más de lo habitual, claro, hace tiempo que no escribo y tengo cosas dentro. Lo que ocurre es que ya me estoy cansando de teclear, esto no va a ningún sitio. Esto sólo servirá para que mi padre me llame por teléfono y me diga no sé qué de la batería del coche, no sé qué del dolor de muelas, pero es que es difícil joder, muy difícil coger el ritmo, sólo llevo dos meses aquí, siempre que cambio de ciudad me pasa algo, aquí, la muela, la infección, en Alicante… mejor olvidarnos de Alicante, aprendí, trabajé, me divertí, sufrí y lloré, cuando vivía en Alicante me publicaron mi primer libro, también firmé el contrato del segundo, que terminé de escribir allí precisamente, aunque el grueso de mi producción literaria (con perdón) sucedió en Parla, esa ciudad de la que huyo pero que guarda igualmente el grueso de mis amistades (David, Arturo, Maxi, Juan). Ya va siendo hora de comer, aprovecharé y me iré a comer a Il laboratorio, me levaré el Sony Vaio que he puesto a cargar y colgaré en el blog esto que hora he escrito mientras la lavadora sigue dando vueltas con mi ropa dentro.

Ale, como diría Homer, que os den pringaos.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Cuanto sentimiento junto :))

María Beatriz dijo...

Ey, qué mal humor cómico que traes puesto!
Al menos salió al sol para secar tu ropa y calentar tus huesos...

Anónimo dijo...

Lo que no me cuentas (título)

Y esto antes en la ciudad de la que huyes (en presente curioso porque ya no vives en ella hace tiempo) ibas andando y me lo contabas paseando con tu pie de calibre que abarca esta ciudad y la mide en minutos, de punta a punta, de tu casa a la mía. Y me lo contabas mientras hablábamos de muchas cosas. Arturo mi coche no arranca. ¿porqué no lo mueves? -Es que esta aparcado enfrente del portal y claro... y ya hablabamos de otra cosa, del color rosa chicle del armario o de los edding que habías necesitado para escribir el recibidor de tu casa. La literatura paseaba como ratones por nuestra boca y cambiaba, se metamorfoseaba y hablabas y yo me sorprendía de los libros de Dickens que guardabas en tu casa y ahora tengo con cariño en la mía.
Hoy está lloviendo en toda España, y no podríamos pasear, dibujar en caballetes quizá, pero no pasear porque el sol de momento no nos calienta a ninguno. El sol tiene el don de ocultar la realidad.

Yo también me canso de teclear, me paso el dí haciéndolo de forma automática, y hablo poco, hablo de cálculos hidráulicos, de sistemas de protección contra el fuego, de cálculo de estructuras escénicas, de carga energética, apiretal, picibanil, y cosas parecidas.

Hace tiempo que la literatura no me hace sonreir, como lo hago en una foto que tengo en tu casa delante de un libro de José Hierro y yo hacia atrás en una de tus sillas nuevas con la boca rota de risas y las copas llenas.

Si algún día lo piensas y vuelves a casa, y abres tu enésima librería por aquí cerca, cuenta conmigo como dependiente.

La soledad literaria es mala.

Siempre nos quedarán los Simpsons a las 14.30

no tan anónimo.