lunes, 29 de junio de 2009

faborit

Café faborit, calle alcalá, 12:06 de la mañana, tomo un ice latte mediano con azúcar mientras escribo o al menos intento escribir una tercera versión del poema de la camarera, cuando tienes que revisar demasiadas veces un texto es mejor que lo guardes en un cajón y te dediques a otra cosa. Eso hago ahora, me dedico a escribir esto, que es otra cosa distinta a escribir un poema, a corregir un poema quiero decir, ahora se sienta a mi derecha un joven alternativo con zapatillas de cuadraditos negros y grises y saca su portátil, que no es un Mac, y toma su bebida fría, parece un té. Escribir aquí, escribir esto, es una forma de reconocer dos cosas, la primera, mi fracaso, reconozco mi fracaso por intentar escribir un poema y ser incapaz, la segunda, mi necesidad de escribir, reconozco que necesito escribir aunque sea algo como esto, irme dentro de una hora de este café con 3000 palabras por delante, como una procesión, como un cortejo fúnebre, como la línea discontinua de la carretera. Perdona, ¿sabes si hay wifi? No, hasta las cuatro y media no hay. El joven alternativo guarda su ordenador, que no es un Mac, porque no hay wifi y saluda a una chica rubia que acaba de llegar, dos besos, hola, hola, no hay wifi, no jodas, ¿y que hacemos? ¿nos vamos no? Sí, espera que me termino esto. La rubia también trae un portátil, bueno, trae una funda de neopreno tamaño portátil, por lo que es fácil deducir que hay un portátil dentro que necesita una red wifi para cumplir la función básica de todo ser humano, después de nacer y crecer, el ser humano necesita conectarse, beber café, refrescos con burbujas, ir a la universidad, follar, hacer trabajos… si no hay wifi la vida se detiene, la rubia y el joven alternativo de zapatillas a cuadros se van, adiós, buscan un espacio con wifi y aire acondicionado para prosperar, sacar el curso adelante, vivir la vida. Con esto Arturo escribiría un poema, Arturo poematiza cada tramo vital, cada golpe de sangre, se niega a poner en prosa lo que por cojones es poema, la prosa debilita las piernas, hay que mantenerla a raya. Miguel, o Martín, no hace poemas, su prosa no es poematizable porque su mente no se puede comprimir hasta el absurdo, lo de Martín es la línea curva, el plano infinito, el ir tirando del hilo como un mago que saca pañuelos, conejos, rollos de papel. Tengo a mi lado una jodida pija que no para de cotorrear, le rompería el portátil en la cabeza, no el mío, no, el suyo, que tampoco es Mac, le rompería su portátil en la cara y una vez en el suelo le patearía su culo blando y me mearía encima, ahora ya no hablas eh? Ahora no cotorreas como una jodida cotorra de mierda eh? Mira lo que consigues, puta, no me dejas escribir mis cosas, ocupas el espacio de este texto, te metes en mi cabeza, en mi ordenador, sales en la pantalla puta pija de mierda ocupándolo todo con tu estúpido hablar y habar o sea. Dios, así no hay manera.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja
Muy bueno, loco :))


Mili

Rain dijo...

Y sin imágenes encantadoras. La ira. La pija. La pira.