jueves, 28 de mayo de 2009

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Voy a colgar una foto en este blog. Ahí estamos unos cuantos personajes el día de la entrega de premios de CONFESIONES DE UN SOLTERO AUTOPOÉTICO. Hoy se ha vendido un ejemplar en mi librería sin ayuda de nadie, sin recomendarlo, nada, es que es tan bueno que se vende solo jeje. Me estoy comiendo una galleta integral con chocolate blanco, joder, qué raro, no estoy bebiendo alcohol, no puede ser, debo estar mal, eso sí, mi madre encantada de la vida, pues, ya verás, lo mismo cuando llegue a casa me meto un par de latas de cerveza. Esta mañana me he despertado sobre las 7 de la mañana para limpiar el piso, joder, había más mierda de la que parecía (bueno, no, lo cierto es que parecía que había mucha mierda, he sacado espuertas de basura). Y me ha dado por limpiar no porque sea algo que hay que hacer, que no lo es, sino porque voy a tener visita, visita de la buena, viene uno de mis muy mejores amigos con su mujer y su pequeñaja de 8 mesecitos a pasar el fin de semana y estoy muy contento. Además, también va a venir JM, otro de mis grande amigos, que trabaja en Castellón vendiendo libros, como yo, y como da la casualidada que hemos trabajado juntos años ha en la misma librería, tenemos muchas cosas en común y muchas batallitas que recordar. JM es la caña, nunca me he reído tanto trabajando como me he reído con él. Y A ya es una bestia parda, era el mejor de nosotros, pero era duro como la roca, como un cliente le entrara torcido las pasaba putas, no A, no, sino el cliente.
-¿Tienen este libro?
-No
-(...)
-(...)
-¿Me lo puede pedir?
-No
-(...)
-(...)
-¿No?
-No
-(...)
-(...)
-¿Por qué?
-Porque no
-(...)
-(...)
-Bu...bueno, pu...pues vale, adios
-Adios
Y así era, miraba fijamente a los ojos del pobre desgraciado que buscaba un libro, nunca apartaba la vista, miraba con ansia, sin piedad, con los dientes apretados y algún cliente, estoy seguro que, alguna vez, llegaría a sentir pánico. JM era mejor persona, jaja, le gustaban las chicas con la cara como una medallita, nos pasábamos las tardes haciendo rankings de clientas, teníamos un folio con una clasificación exhaustiva y según atendíamos marcábamos una X donde correspondía. Evidentemente esa clasificación jamás verá la luz. He de decir a mi favor, que hubo un tiempo en aquel lugar, en el que, según nuestro jefe, yo era el que mejor atendía de largo, sí, sí, pero con una matización, sólo me explayaba con las clientas, a los clientes les despachaba con un no me queda, está agotado, o váyase a darle el coñazo a paquetito Miguel. Éramos los mejores. Lo que hemos visto durante tantos años no tiene nombre. Pero, lo que le he visto hacer a JM, no ha sido superado por nadie, recuerdo ese día, fui corriendo a arrodillarme a sus piés. No puedo contar qué hizo exactamente (nada malo), estaba atendiendo a una mujer despampanante y solto la frase mágica, el golpe de efecto, el chilenón, yo no daba crédito, ¿será cabrón? en fin, desde aquel día JM es mi héroe indiscutible. Los que no saben de qué va el tema, seguramente se esté aburriendo, sí, probablemente, pido disculpas, pero es que mañana vienen A y JM y esto es para ellos. No tengo fotos de JM, qué putada, sino la pondría. La de A no la pongo por si me corre a hostias o se me queda mirando de esa manera que acojona a las visitas. Sí, mejor no. Pues nada, creo que me voy a ir yendo, estoy escribiendo esto para hacer tiempo, pienso en los amigos que están lejos, cabrones, hijos de puta, a ver si vení a verme, desgraciados, que siempre voy yo, me cago en vuestras madres. Y a ver si compráis mi puto libro, joder. El editor me había dicho que hoy me iba a llamar, pues nada, aquí estamos esperando mi culo en la silla y yo, pero nada, parece ser que íbamos a hablar de la próxima presentación del 18 de junio, en Gran Vía, pero eso, que nada. Mudras, mantras y mandalas. Hoy, de camino al trabajo, se me ha ocurrido algo para el poema que no estoy escribiendo, pero que debería, es una gilipollez, son unos versos de mierda, pero hay que intentarlo, lo mismo hasta quedan bien. Es el poema de la camarera, la camarera argentina del café Marcel Cerdan de Alicante. Bueno señores, espero volver pronto por aquí. Ya es tarde.

martes, 26 de mayo de 2009

Con C de casa

El poeta que yo soy necesita escribir un buen poema, o un poema malo, o regular, pero escribirlo, por eso hoy he ido a un bar, o un café, del centro de alicante, es un café medio francés, se llama Celdran o algo así, y es del hijo de un boxeador francés y tiene las paredes llenas de fotografías en blanco y negro de este señor dando hostias o posando o apretándole la mano a algún famoso. El caso, que me siento en un diván e intento escribir un poema, pero nada, menuda puta mierda, no escribo nada, leo algo para calentar neuronas, escribo este post por si las moscas, claro, lo que hay que hacer es escribir, de un modo u otro el poema llegará. Lo sé. Siempre llega. Quiero escribir sobre la camarera, no porque esté especialmente buena ni porque me inspire, sino porque tengo que escribir de algo que esté fuera de mi casa, fuera del salón, de la nevera, fuera de lo de siempre, fuera de mí mismo, y un día, el otro día, esperando a C en este mismo sitio, aburrido de esperar, leyendo un mal libro de poemas que hace unos años me pareció extraordinario me puse a escribir en la página del final, la que está en blanco, y empecé a escribir sin pensar, puse, la camarera está buena, está muy buena, y estuve escribiendo hasta que me cansé, luego llegó C, me besó en la cara, en la cara, en la mejilla, y finalmente en la boca, yo en los primeros tres besos me hacía el duro pero ya no pude más, me moría, me derretía, y la besé como se besa algo sagrado. El poema o lo que sea se quedó escrito en la página del libro, sé que algo quedó, y ahora quiero terminar aquella improvisación, y no puedo, porque no soy capaz de escribir un buen poema precisamente porque quiero que sea un buen poema, aunque al principio haya escrito que me da igual que sea malo o regular. La camarera sigue estando buena, es argentina, lo sé porque la he oído hablar y porque me ha hablado cuando he pedido un baileys o como mierdas se escriba. Está buena, sí, pero no es nada interesante, así que imaginaré que la camarera no es la camarera, que es C, con una camiseta de tirantes roja y un culo excepcional (esto no tengo que imaginármelo) (lo de la camiseta tampoco). O mejor, voy a escribir acerca de C. ¿Quién es C? ¿Por qué nunca comenta ninguno de mis textos si los lee todos? La verdad, la verdad, la verdad, menuda expresión, la verdad, a la mierda con la verdad, no es la verdad es mi escritura, y mi escritura nunca es verdad, o no del todo, siempre exagero algo, siempre miento, siempre digo lo primero que pienso no lo que creo, porque no creo que, ni creo en, ni creo para, por, según so, sobre, tras. Joder. C, la cara de C, el cuerpo de C, el ponerse seria de C, el agobiarse, el no saber de C, el no quiero estudiar, el irme de aquí cagando leches de C, el despertarme de C, el besarme de C, el volverme a besar de C, el besarme otra vez, y otra y otra, el hacerme el amor de C, la piel blanca de C, la piel de C que huele a C y que huele como una manzana roja y un cruasán con chocolate, C viendo la tele, C viendo una película francesa, C explicándome cosas, C pidiendo una cerveza con ese gesto serio de C y determinado e imprevisible de C, el ir y venir de C, el llamarme por teléfono de C, el bajar del autobús, el llegar tarde, el pronunciar correctamente cada sustantivo de C y cada complemento, el mirarme fijamente de C, el fijarme, el atravesarme y romperme y destrozarme el descomponerme en partículas de C y trozos de, y pedacitos, en partes desiguales y dolientes, C partiéndome en dos, C multiplicándome, C cogiéndome de aquí, C conmigo en la cama en el sofá en las baldosas C en la barra de un café en una plaza en medio del océano, C girando alrededor, C brillando, lavándose el pelo, C con los dientes blancos, los labios de C, la perfección de los labios de C, C repetida eternamente o al menos hasta que me vaya del café, C pensándose cuando me marche, cuánto es, saliendo del café y C en su casa sin saber que C es todo lo que pienso y lo que me repito en la cabeza y en las manos y en los brazos, C en lo profundo de mi sangre, C en mis corpúsculos, en mis orgánulos, C en cada movimiento del diafragma, C en mis infecciones de oído, C en mi tenderme en la cama cada noche, C en el poner el despertador, C en las ganas de coger el móvil y llamarla y decir, eh, C, qué haces, C, escribiendo un artículo para la facultad, C en el centro, C en el café, C en las teclas de mi ordenador, C en los libros de mi estantería, C en los espejos, C en las camareras, C en los vasos de cristal y en la parte alta de los muebles, C en cada bote de champú, C en lo que se rompe, C en lo que se vuelve oscuro, C en el tango que suena por los altavoces, C apagándome la luz y dejándome ser, C en cada atmósfera irrespirable, C en el humo del bar, en lo claro del día, C en un golpe de luz, C en las hojas de los árboles y en el roto de mis bolsillos y en la tapa de todos mis cuadernos y en un cd con fotos y C en un no acabarse nunca y seguir siempre en C, viviendo en ella en cada espasmo en cada resurrección en cada trago de agua en cada salto en cada letra de canción en cada parte o cosa o gesto o en cada hueco pequeñito que me deje al borde de la cama. Ahora, ya, no puedo escribir ningún poema a ninguna puta camarera, cierro el ordenador, pago la cuenta y me voy a casa. Hasta mañana C.


sábado, 23 de mayo de 2009

DP nosécuántos 2

Soy el hombre del tren, soy el hombre del coche 8 asiento 2A. Hoy, sospecho, voy a escribir un post bastante extenso. También sospecho que va a ser un viaje productivo. No me atrevo a decir que soy feliz, pero casi. Mañana es domingo, lo que significa que tengo todo el día para mí. Me gusta tener días para mí. Mi mente y mis dedos empiezan a pedir a gritos algo de escritura, un poema, lo que sea, algo para mi próximo libro que está en marcha. El pasado jueves estuve en la entrega de premios Princesa de Éboli. Estuve firmando ejemplares de CONFESIONES DE UN SOLTERO AUTOPOÉTICO (ver foto).

Le dije a C que parecía un escritor de verdad, ahí sentado toda la tarde firmando ejemplares, y ella me dijo: es que eres un escritor de verdad. Joder, no me había dado cuenta ¿qué hay que hacer para ser un escritor de verdad? No voy a contestar aquí esta pregunta (no sé que pasa hoy pero este tren se mueve mucho, es difícil escribir con soltura, cuando quiero pulsar  la R pulso la E o la T o la F, ahora piden por los altavoces que el mecánico acuda a no sé donde, ya ves, nos vamos a estrellar y yo sin colgar este post). Pues estuve en la entrega de premios como ya he escrito, vino gente a la que quiero, gente que se supone que me quiere (¿tanta gente me quiere o me aprecia?) el caso es que vinieron personas que yo no esperaba y faltaron otras que hubiera querido que estuvieran, pero bueno, lo uno por lo otro, todo muy bien. Luego cervezas para todos y me hice amigo de L, la ganadora de álbum infantil ilustrado, que se llevó un ejemplar de mi libro dedicado, se lo llevó a Barcelona, que es donde vive, Anaya le pagó el viaje el hotel etc, y a mí mi editorial lo único que hace es regalarme 10 ejemplares de mi libro, ejemplares que ya no tengo porque se los quedaron mis acompañantes, familiares amigos y desconocidos a los que dedicaba mi libro con afecto blablabla espero que te guste. Por lo que he sabido a L le ha gustado el libro, al menos eso me ha dicho por mail, pero no me lo creo del todo, es muy fácil decir, qué bonito, qué bien, pero bueno, a mí, mientras me paguen los 4000 euros del premio me vale. En resumen: fue un día único. Luego el viernes, por la mañana médico, luego comida con el director de GV, comimos en el faborit, me encantan sus ensaladas y sus zumos de multivitaminas, luego, corriendo al Pepe Botella, llego tarde, por el camino me encuentro con Btutú, joven diseñadora de Pedro del Hierro a la que hacía años que no veía, le digo lo de mi libro, me pide el teléfono y me promete que lo comprará. Ya veremos si lo compra. Por fin llego al Pepe Botella (vuelven a llamar al mecánico, esto ya me preocupa) Claritine me espera con una sonrisa gigante, un pañuelo en el cuello y un café con leche a medio beber. Volver a verla me rejuvenece. Claritine es diseñadora de interiores (entre otras cosas) y tiene un excelente gusto literario (le gusta lo que escribo), me cuenta de amores y desamores y del trabajo y de stress y de sus viajes a Málaga cada semana, me da consejos, es sabia, y me debe una cena y un teatro desde hace meses. El Pepe Botella está lleno de jóvenes con portátiles, desde donde yo estoy sentado veo tres portátiles, así que no puedo resistirme y saco el mío, ligero como el aire, Claritine repara en las iniciales del ordenador, MB, MacBook, como mi nombre, Manuel del Barrio, MB, mi portátil y yo somos el uno para el otro. Pedimos otro café para celebrarlo, no tenemos mucho tiempo, ella ha quedado a las 18 para ir de compras y yo quiero irme de librerías y luego sentarme en algún bar con mi portátil y escribir cosas. Nos despedimos, yo voy a la Casa del Libro de Fuencarral, veo a G a L y a L, G me presenta a María, médico cirujano que vivía en Alicante hasta que por fin pudo venirse a Madrid, nos hacemos amigos, también odia Alicante y también tiene muy buen gusto literario y quiere comprar un ejemplar de mi libro, pero todavía no está a la venta, le digo que habrá que esperar una semana más o menos. Quedamos en volver a vernos, o en Alicante o en Madrid, dice que mandará gente a mi librería, yo le digo que por favor, pregunten por mí. María, en seguida, se ve que está de vuelta, es inteligente y afilada y se ríe del mundo y tiene el pelo rapado al 3. L me lleva en coche hasta GV y asisto al inicio de la presentación de MIL MILLONES DE TUBERÍAS, veo a gente, hola, hola, a ver si te dejas el pelo largo otra vez, sí, no, a veces, hola, hola, hoy había quedado a comer contigo y me has traicionado, blablabla, tengo que irme, corro hasta la librería HIPERION, cerca de la Puerta de Alcalá, pero cuando llego está cerrada, mierda, ¿y dónde compro yo ahora algo de poesía interesante? Joder, claro, en La Central del Reina Sofía, así que andando por el Paseo del Prado hasta Atocha, calor, sudor, tengo el culo empapado y los huevos escocidos, llego, compro libros, compro un regalo para C, algo especial sobre algo que le encanta, sinceramente espero que le guste, se lo daré esta tarde, ella no sabe nada, claro, también habría podido comprar un ramo de flores, pero para qué, las flores se marchitan, se pudren enseguida, regalar flores es un gesto efímero, un obsequio que brilla un momento y desaparece, bien pensado, regalar flores es un gesto muy Wilde, muy dandy. Pero no, prefiero lo otro, lo que ya he comprado. Pues eso, luego llega Alb, nos vamos al JAZZ CAFÉ de Huertas y nos tomamos dos señoras cervezas cada uno, blablabla, me cuenta sus amores, yo los míos, le llaman por teléfono (sus amores) y nos despedimos. Me voy a Atocha, contento, tengo libros de poesía para leer, tengo ganas de escribir, tengo la tarde del sábado y todo el domingo por delante, tengo un libro recién publicado, otro en marcha, unas conferencias que prepararme, un trabajo digno, tengo amigos, tengo una carrera que terminar, un regalo para C, Madrid sigue siendo mágica, salvo dentro del transporte público, Madrid sigue ofreciendo oportunidades y gente y lugares, Madrid es una ciudad para escribir, me he dado cuenta. Lo bueno de vivir en Alicante este tiempo es que me he dado cuenta, al volver a Madrid, que algo dentro de mí está cambiando, ya no soy tan antipático, tan enmimismado, me he soprendido a mí mismo venciendo la vergüenza o el qué pensarán y me he puesto a hablar con perfectos desconocidos por el simple placer de hablar o comentar algo, con naturalidad, sin darle más vueltas. Ejemplos: Metro de Madrid, a mi lado una chica se ríe y comenta con un amigo algo de la gente, que no se ayuda ni nada, cuando el chico se baja yo le pregunto a ella que si no es de aquí, ella me dice que no, que leva un mes en Madrid, yo le digo claro, claro, es normal que te sorprenda, es que en Madrid la gente va a su puta bola, como suele ocurrir en las grandes urbes, mi prima blablabla hablamos un rato cortito, un par de paradas, yo le digo que vivo ahora en Alicante y ella que en Valencia, llega mi parada, me despido y hasta otra, esto es algo que NUNCA, JAMÁS, habría hecho antes, ¿estás loco? ¿ponerte a hablar con una completa desconocida en el metro? ¡se pensará que quieres ligar o algo!!!! Pero no, no sé por qué, pero ya no pienso así, simplemente me apeteció hablar y lo hice, sin pensar en cosas raras y me sentí genial. Otro ejemplo: librería de Fuencarral, conozco a María, de la que ya he hablado, me siento muy natural y a gusto, hablo y me lo paso bien, en otra época hubiera mirado de reojo, no me habría fiado, pero ya no. Otro ejemplo: hace un rato, en la cafetería del tren, veo que una chica va a pagar su café y saca un libro de Anagrama del bolso, NOVECCENTO, de Baricco, cojo y sin ningún pudor le digo que si ha visto la película, dice que no, que no sabía que había una película, yo le digo, sí, se titula LA LEYENDA DEL PIANISTA EN EL OCÉANO, si te gusta el libro no te la deberías perder, se lo digo con total naturalidad, sin ánimo de nada, simplemente me comunico, esto es algo que hace meses me daría una vergüenza atroz, claro, pensará que quiero ligar o algo, pero no, no quiero ligar, no quiero más que decir lo que pienso en un momento dado sin ser malinterpretado, luego otra chica que me oye me pregunta sobre esa película, le cuento un poco de qué va, pagamos nuestras cosas y ya, cada uno a lo suyo, ¡es perfecto! Puedo hablar y abrirme al mundo sin pensar cosas raras, los pensamientos fantasma, el pensamiento basura que dice Claritine, el casquijo que dice A, parece que, no sé muy bien por qué, está remitiendo. Me alegro mucho, ser natural es lo mejor que hay, y eso, uf! Es un paso de gigante para alguien como yo. De verdad, espero que a C le guste lo que le he comprado.

miércoles, 20 de mayo de 2009

diarios de la paroxetina nosécuántos

Pues venga, no me apetece un carajo escribir pero como dice el literato morboso que hago yo cuando no tengo ganas de escribir voy a escribir que no tengo ganas de escribir, o no, mejor escribo que mañana a las 7 de la mañana me largo a Madrid, me iba a ir esta tarde, pero es que ha llegado mi libro a la librería y ya me ha entrado el nervio y me he puesto a colocarlo bonito y que se vea y he diseñado unos cartelitos promocionales que he intentado subir al blog pero no me deja este aparato. Y para comer me he tomado una caña (sólo una mamacita linda, sólo una cervecita fresquita) con un bocadillo de salchichas con tomate y queso ñam ñam joder qué hambre me ha entrado ahora mismo, creo que en cuanto termine de escribir esto que estoy escribiendo sobre que no tengo ganas de escribir y que mañana me voy a los medriles y que he comido y he bebido pero poco y con moderación, digo que cuando termine me voy a ir a comer algo, algo comestible, de buena gana le comería los morros (con perdón) a una que yo me sé, pero habrá que dejar que se mustien un poquito durante unos cuantos días que luego están más ricos, perdón por la digresión, que esta noche toca fiesshhhta porque se ha empezado a vender y he empezado a dedicar mi libro y a día de hoy todo gira en torno a eso a mi ombligo de palabras autopoéticas y penes con alas como compresas Ausonia. En Madrid, el viernes, comeré con la señorita ITZ, digo yo, espero que se acuerde, porque así se lo dije, oye, este viernes comemos cuando salga del médico y de paso me lo cuentas todo sobre la señorita LOPRU y luego quedaré con ASMP para tener un "momento Madrid" y debería también buscar un hueco en Malasaña para ver a Clara, claro, y el sábado digo yo que iré al Pepe Botella a dedicarle un ejemplar a mi querida Juana la Loca que tanto me aconsejó y tan bien cuando este libro era un proyecto y por eso sale en mis agradecimientos de la última página porque soy muy agradecido, gracias, gracias, gracias también a usted, y no sé por qué cuento aquí lo que haré en el futuro próximo cuando debería contar lo que hice en el pasado inmediato, ayer, esta mañana, hace media hora, bueno, hace poco más he estado tomando café con bailys (no se escribirá así pero paso de mirarlo en google) con J, que trabaja en Saxo y con su compañera pero de su nombre no me acuerdo y con Mili. La del nombre del que no logro acordarme tenía un tatuaje en el antebrazo derecho, unas letras en árabe con unas filigranas, ponía GRANADA, y, qué casualidad, en ese momento me llama mi prima Patri, de Granada, que le compre un ejemplar y se lo dedique y que se lo de a mis padres para que se lo lleven al pueblo. A mi abuela le ha encantado la portada, bueno, no, está escandalizada, me ha desheredado, ya no me quiere ver, ya no me draá la paga de fin de año, ni me hará croquetas, joder, por otro lado, mi madre tiene amigas a las que tendrá que regalarle el libro forrado de papel para que no se vean las pollas voladoras y no piensen que el hijo, su hijo, el hijo de mi madre, es decir, yo, para que no piensen, digo, que soy un guarro o un degenerado, pero el caso es que lo soy, sí, lo siento, mamá, tu hijo es un poco salido, es listo, escribe bien si se pone, tiene una mente creativa como pocas (uf!) y es un buen mozo, pero sí, ha salido a su padre, y es un guarrete, pero hay que quererme tal cual soy, yo intento comer bien y crecer fuerte, escribir cosas bonitas, pero últimamente sólo escribo poemas guarros a las camareras y a la mujer del tiempo de Antena 3.

lunes, 18 de mayo de 2009

LA PORTADA

Señoras y señores, así luce la portada de mi libro, me ha llegado hoy este ejemplar por MRW, le he hecho una foto, así que perdonad si se ve un poco cutre. Como se apreciará, la portada es la polla (chiste fácil). Lo único que no me gusta es que la palabra AUTOPOÉTICO casi no se ve, y a mí es la parte del título que más me gusta. De hecho, incluso había pensado titularlo sólo "Soltero autopoético" pero bueno, que ya está, que ya he parido a la criatura. Copio lo que dice la solapa del libro, no lo he escrito yo, imagino, que habrá sido el editor:

"Confesiones de un soltero autopoético es un libro unitario y fuertemente transgresor cuyos poemas, de formas amplias y estilo deliberadamente prosaico y autorreflexivo, analizan la realidad y el mundo literario de forma corrosiva. El autor nos da su original y extraña visión de la cotidianeidad urbana y literaria, con un sentido del humor poco común y una frescura que se para ante pocas cosas". Pues eso, que en una semana o poco más en los mejores cines, digo librerías.

Y luego, mis chicos de la librería, me han dejado esto pegado en la pared de mi despacho mientras yo estaba fuera, celebrando el nacimiento:
¿no es para comérselos a todos a bocaos? me ha hecho mucha ilusión, he ido a celebrarlo con Mili y lo hemos pasado en grande recitando poemas en voz alta mientras brindábamos en una cafetería de la zona.

Una mañana maravillosa. y ahora lo dejo aquí, joder, que estoy trabajando.






domingo, 17 de mayo de 2009

diarios de la paroxetina 8

8. Mientras espero que den las 12:30 h, leo el libro Cómo perder, de Miguel Muñoz, XXXII Premio de Poesía Ciudad de Burgos, editado en DVD. Y mientras leo empiezo a recordar el rostro de una chica, su bufanda blanca, o color crema, su gorro azul, marrón y rojo de lana gruesa con una bolita arriba. Resulta que empiezo a recordar lo que he soñado hoy, sin saber cómo, así, de pronto, sentado en el sillón junto a la terraza, con Vivaldi en el equipo de música mientras espero que den las 12:30 h para salir de casa. Mi sueño. Era una mañana no sé si de invierno o de otoño, pero hacía frío y llovía, por lo que podemos decir, cayendo en cierta redundancia nada original, que era una mañana gris del mes de… digamos que noviembre. Estamos en Parla, cerca de la panadería de mi barrio, y llueve. Yo no sé adónde voy, pero camino por la acera al resguardo de la lluvia que ofrecen las terrazas de los bloques de pisos, camino en línea recta, mirando al suelo, como hay que caminar cuando hace frío y llueve y es noviembre. Entonces me cruzo con una chica más o menos de mi edad, quizás algo más joven, tiene un gorro de lana azul, marrón y rojo y una bufanda blanca o color crema, lleva un abrigo también rojo y está dando saltitos por la acera, como si jugara a la rayuela, no me mira, yo a ella sí, está muy concentrada haciendo eso, dando saltitos, avanza sin pisar las rayas, ni los charcos, yo sigo en línea recta hacia delante y pienso en que esta chica es algo rara. Luego, no sé cómo ocurre, ya digo que esto es un sueño, vuelvo por el mismo sitio, pero en dirección contraria, y ella sigue ahí, avanza dando saltos, con los dos pies, con uno, con los dos, entonces yo la miro, la miro, voy caminando pero me doy la vuelta y la miro fijamente, esa chica que está loca y concentrada tiene algo que me gusta, alguien que se mueve por la acera un día frío y lluvioso de noviembre a las 9 de la mañana dando saltos no debe estar muy bien de la cabeza, o sí, el caso es que yo sigo caminando, me alejo, pero no dejo de mirar, miro descaradamente, espero que ella levante la cabeza, que se fije un momento en mí, que la estoy mirando con todas mis fuerzas, sin dejar de andar hacia, ahora lo sé, hacia mi casa, mírame, mírame, de pronto eres la mujer misteriosa que quiero conocer, eres la niña de gorro de lana y bufanda y abrigo rojo que puede hacer que yo deje de andar en línea recta mirando fijamente al suelo, pero no, no levanta la cabeza, no mira, está loca y concentrada en sus saltitos. Yo sigo andando, a lo mío, qué se le va a hacer uno no puede ganar siempre, miro hacia arriba y veo a una vecina asomada a la terraza del primero, está en bata, fumándose un cigarro, no sé por qué, pero sonrío y la saludo y le pido que se abra la bata, no se lo digo, pero le hago el gesto con los brazos, ella se ríe y me dice que no, que cuando yo haga no sé qué (no me acuerdo) y yo le contesto entonces nunca. Llego a mi portal, subo a mi casa, todos los vecinos están en las escaleras celebrando que un equipo de fútbol ha ganado un partido o una liga o una copa, no lo sé, las escaleras están llenas de críos que no sé de dónde coño salen cantando el alirón, cuando llego al tercero, que es donde yo vivo, mi casa está en obras, y como lo más normal del mundo, la puerta de mi casa es un frigorífico de acero inoxidable, así que abro el frigorífico y entro. Sé que en casa luego ocurren cosas, pero no me acuerdo de más. Ya son las 12:14 h.

sábado, 16 de mayo de 2009

diarios de la paroxetina 6 ó 7

Escribo esto en el tren Alvia Madrid-Alicante. He estado durmiendo un par de horas, anoche me acosté bebido y tenía algo de resaca, pero ya estoy bien. Ayer fue un día de esos que quieres tener siempre, o casi siempre, estuve con mis amigos. Con cuatro amigos: A, N, D y C. Comí con A y N, luego siesta y a las 18:30 h quedé con D en el café Capone y charlamos con las camareras R y C que siempre nos invitan, al menos, siempre que no ande el jefe cerca. Luego a las 20:30 h llegó C y estuvimos bebiendo y hablando y bebiendo hasta las 00:30 más o menos. Esto son los hechos objetivos, esto es lo que hice. Pero esto no es todo. Los amigos, la gente que te conoce de verdad, sabe ponerte en tu sitio, te da tu medida real, lo que eres, lo que haces, y que te dejes de hostias. Con C estuve hablando de, entre otras muchas cosas, literatura. Me lo pasé muy bien. Le dije que desde que estoy en Alicante apenas escribo, no encuentro el momento, no encuentro el qué, el cómo. C se ríe y me echa la bronca, y además me dice que a ver si le doy un giro a esto del ojo derecho que ya cansa, tanto yoismo y tanto pesimismo, que tengo que obligarme a escribir una hora al día, hacer borradores, ponerme con un poema y darle espacio durante el tiempo que haga falta, y luego corregir y que seguro que van saliendo cosas que valgan la pena, seguro. Sí, debo centrarme, mirarme el ombligo pero de otra manera. También dice que por qué ya no dibujo, que ponga dibujos en el blog, como hacía antes, pero esto es más de lo mismo, ni escribo, ni dibujo, ni nada, el caso es que hemos hecho un trato o algo así, (además de una apuesta que, lamentablemente querido C, voy a ganar) hemos acordado que yo voy a ilustrar algunos textos suyos, para un par de libros que se supone va a publicar la editorial Alfasur. Si esto funciona, resulta que además de escritor, dentro de poco, seré ilustrador. Eso sí, mis ilustraciones serán siempre en blanco y negro, y en mi estilo minimalista, como las ilustraciones que pueden verse en algunas entradas antiguas del ojo izquierdo. No sé si le daré un giro a estos diarios, yo creo que no hace falta, estos diarios se escriben para escribir de mí, de mis circunstancias, nada más. Y mis circunstancias son esto, mi libro ya ha empezado a distribuirse, bueno, creo que el lunes llegará a la distribuidora de Barcelona, y de ahí al resto, en la Feria del Libro de Sevilla parece que ya se está vendiendo y dice C que es muy buen libro y merecería tener cierta repercusión y que dentro de dos años le miraré por encima del hombro, no hombre, él ganó el premio Ala-Delta del 98, creo que fue el 98, con Eugenio el de la botella, un muy buen libro juvenil, lo que ocurre es que ahora anda desanimado, se hace mayor, etc (hola C, ¿te parece bien este giro en mi diario? jaja). Desde donde estoy sentado, asiento 5C, leo en la revista de una señora que José Ortega Cano debuta como cantante después de su éxito como bailarín. Hay que joderse. Este post comienza a alargarse. Por supuesto, me encantaría que mi libro tuviera repercusión, y me encantaría publicar un segundo libro, ya sea en Point de Lunettes, en Huacánamo (si me leen, mil gracias por el apoyo e interés) o, por qué no, en Hiperion. Pero todo eso ahora da igual, lo que hay que hacer es seguir vivo, seguir viendo a los amigos de toda la vida, seguir comiendo con ellos, tomando copas, siendo más tú estando con ellos, hay que seguir leyendo y hablando de lo que uno lee con gente como A o como C, y escribir luego, porque, después de 4 horas bebiendo cervezas y Chivas y hablando de literatura y mujeres con C, uno se va a casa borracho y con unas ganas tremendas de escribir como un auténtico hijo de puta. Aunque lo único que hice fue dormir la mona.

miércoles, 13 de mayo de 2009

DE LO MALO Y DE LO BUENO DE LA VIDA ANTES Y DESPUÉS DE QUE SUENE EL MÓVIL

Llego a casa a las 19:15 h. Me descalzo, me quito los pantalones vaqueros, me pongo pantalones cortos, me lavo las manos (otra vez), orino, quiero decir, meo, vuelvo a lavarme las manos, pongo música (Jorge Drexler), mastico lo que queda en la nevera de una tripa de chorizo de cantimpalo y una rebanada de pan de molde, me quedo con hambre, como un albaricoque y abro la puerta de la terraza para que entre la luz gris de esta tarde. Busco el cómic o novela gráfica de Jiro Taniguchi que he empezado a leer en la comida (El almanaque de mi padre). Va de los recuerdos de un hombre en el velatorio de su padre. Llevaba 15 años sin ver a su padre, y poco a poco va construyendo su historia mediante esos recuerdos, es un libro tranquilo, tierno, templado, es un libro lleno de “tes” algo triste y tremendamente bien dibujado y escrito. Jiro Taniguchi es un genio. También lo es Lewis Trondheim. Tardo un minuto y medio en encontrar el libro, que está encima de la mesa, al lado del portátil. Quiero leerlo, pero antes decido sentarme en sofá y escribir tranquilamente, llevo algunos días, uno, dos días, no sé, sin escribir, sin tiempo para pensar, reflexionar, la vida y sus dientes de sierra como me dijo una vez un borracho o un loco o las dos cosas en el metro de Madrid, se sentó a mi lado, o yo me senté a su lado, no lo recuerdo, probablemente se sentara él a mi lado porque no acostumbro acercarme a menos de dos metros y por propia voluntad a individuos con aquellas pintas de miserable. Se inclinó hacia mí, giró la cabeza y con la boca pastosa de alcohol empezó a quejarse de la vida, de los dientes de sierra, los dientes de sierra, repetía, los dientes de sierra, una y otra vez, los dientes de sierra, la puta vida y sus dientes de sierra, ahora estás arriba, decía, arriba, y ahora abajo. Ciclotimia, pensé yo, recuerdo su cara, su media melena canosa y grasienta, creo que no llevaba nada en la mano, pero yo lo quiero recordar con una lata de cerveza Mahou, que es la cerveza de los pobres y de los tristes y de los descerebrados. Yo bebo cerveza Alhambra, que es la cerveza de los andaluces, de los que sabemos vivir. Tenía ganas de estar en casa para poder escribir estas soberanas gilipolleces. Me acuerdo, ahora, de mis amigos, de Kafka (Sr Kander), de Djerzinski (literato morboso), Clotilde, MJ, Mili (Duda), Pauline, Madiel, Hispano, Mitad de Elefante, Clarice Linspector (que vive en Malasaña), Juana la Loca (en Italia), Juan (a este no le pongo mote ni nada, pero me acuerdo mucho de él, es mi óptico favorito), del Tirolés (Kafka sabrá de quién hablo si recuerda nuestra ruta por las tierras de Mogón y Chilluevar cuando éramos jóvenes y subnormales), de algunos compañeros de Xanadú (Centro Comercial) que ahora son amigos con los que se puede viajar a París pero que no vienen a verme a Alicante ni de coña (cabrones). Me acuerdo de mis amigos porque estoy solo, diría triste, pero la palabra es desanimado. Y sin embargo todo me va bastante bien. ¡Dios no funciona la Paroxetina! ¡Esto es el fin del mundo! Tengo el dedo gordo de la mano derecha vendado porque casi me lo rebano fregando los platos la otra noche. Estaba apretando un plato con el estropajo con tanta fuerza que lo partí por la mitad y con la inercia me corté. Fue un corte muy profundo, esa noche me dolía tanto que pensaba que me había partido una falange o algo. Pero no, me estoy recuperando sin necesidad de ir al médico. Lo mismo me ocurre con el pie derecho, no me he cortado pero hace poco más de una semana me hice algo, no sé el qué, el alcohol es lo que tiene, pero no podía andar con facilidad. Sin embargo ya estoy mucho mejor.

SUENA EL TELÉFONO

Hablo durante 15 minutos. Resulta que es Manuel, el editor de Point de Lunettes, que sí, que ya, que por fin, que mi libro, espera… QUE MI LIBRO YA HA SALIDO DE LA IMPRENTA Y HA EMPEZADO A DISTRIBUIRSE!!!! Joder sí, joder sí, joder sí!!!! La paroxetina, de pronto, hace efecto, ya no me siento desanimado, estoy alegre, nervioso, dice que el viernes me manda mi libro, espera… MI LIBRO (es que en mayúsculas suena mejor) por MRW y el sábado o el lunes lo tendré entre mis manos. Dice Manuel que la portada (ahora suena una canción de Jorge Drexler que dice algo de “sólo quiero verte bailar, quisiera verte girando girando y mirándome mirar” y no puedo seguir escribiendo, me viene a la mente la imagen de una chica de 21 años bailando y cantando y volviéndome loco volviéndome loco volviéndome loco y ante ella la paroxetina es inútil y los jodidos libros publicados también son inútiles y algo por dentro se me rompe) dice que la portada es rompedora (hablando de romper), como mi libro. El jueves, espera… EL JUEVES 21 DE MAYO POR LA TARDE EN PINTO SE PRESENTA MI LIBRO (bueno, es la entrega del premio y de 10 ejemplares de mi libro, la presentación presentación será EL JUEVES 18 DE JUNIO A LAS 19:30 H DE LA TARDE EN LA CASA DEL LIBRO DE GRAN VÍA, EN MADRID) Estoy pensando que a lo mejor, hasta me voy a una caseta de la Casa del Libro en la Feria del Libro de Madrid a firmar ejemplares ¿qué no? Jajajajajajajajajajajajaaaaaaaa!!! Bueno, para mi librería voy a pedir 50 ejemplares así solo para empezar, dios, que subidón!!! Subidooooooooooooooooooon!!! En fin, pido perdón, y otra copa, qué cojones, esto hay que celebrarlo!!!! Si el sábado llega mi libro, el ejemplar que me manda Manuel, a mi librería, pienso pegarme esa noche una juerga de las que hacen época, estáis todos invitados, al alcohol invito yo!!! Bueno, y aquí lo dejo, tengo que mandar unos cuantos correos. 


lunes, 11 de mayo de 2009

diarios de la paroxetina 5

la casa hecha un pocilga, puedo empezar así esta entrada en mi diario, la casa hecha unos zorros, un colchón en el salón, hormigas en el cuarto de baño (¿por dónde entrarán las hijas de puta?) todas las esquinas invadidas de pelusas, microorganismos, seres pluricelulares y cabrones que me dan alergia, tengo todos los pares de zapatillas que existen en el mundo por el suelo de todas las habitaciones, montones de ropa sucia, la tabla de planchar en la entrada del apartamento, vamos, la casa, como ya he dicho, hecha un desastre, zorros, pocilga, parece la cabaña del tío Tom si es que alguien sabe cómo es la cabaña de esta tío, el tío Tom, yo me la imagino llena de mierda en medio de las montañas donde hacen los anuncios de Mallboro. Y me tengo que ir a trabajar, y me tengo que dar prisa, el tranvía no perdona. Y tengo que preparar el dossier con la actividad de animación a la lectura que voy a dar a lo largo del año, pero que ni es actividad ni animación, soy yo, soltando el rollo al que quiera oírme, soltando un rollo acerca de la poesía y la cotidianidad, algo que no me creo ni yo, la poesía en todas partes blablabla, la poesía no existe, es una alucinación, un polvo rápido en casa y una ducha, tengo sueño, hoy he dormido mal, regular, hoy he dormido preocupado, he sudado mucho, como si tuviera fiebre, como cuando tengo terrores nocturnos, últimamente la paroxetina no es que ayude demasiado, debo dejar de beber alcohol, pero es que es difícil no tomarte una cañita con el calor que hace, y luego otra, y un ruso blanco, y un vino, y claro, así nos va a mi hígado y a mí, nos va bien, nos va bien, por ahora, y la acidez de estómago me respeta y no sé por qué, ya debería estar echando fuego por la boca y el agujero del culo y tomando omeprazol todos los días. Yo no sería nadie sin la medicina, sin los prospectos, sin la posología ni los efectos adversos, sin las precauciones si trabaja con maquinaria peligrosa o si está embarazada, etc. Me crujen las cervicales, son las 12:30 h y tengo que irme a trabajar, trabajo toda la tarde, estaré ocupado con un powerpoint y contestando correos. No sé qué es esto, qué es esta vida, qué es la literatura, por qué escribo aquí, para quién. No quería tomar ningún café pero es insoportable, los ojos se me cierran. Ayer fue un día mágico, toda la tarde con tres mujeres, comiendo, bebiendo, tomando café, gintonics, bailando y cantando. Luego vino la noche, el sudor, el miedo, los fantasmas, las hormigas del cuarto de baño, hijas de puta, las hormigas que no sé de dónde salen y que veo como van de una baldosa a otra, porque mis baldosas son blancas y ellas negras y cabronas y resueltas, buscan comida, buscan migajas de pan, trozos de jamón de york, yo todos los días mato 6 ó 7 hormigas, no es que me apetezca matarlas, pero están en mi casa, yo pago un alquiler, un alquiler sin hormigas, sin moscas, sin seres pluricelulares en las esquinas, y las hormigas no hacen más que revolverlo todo, andan a su antojo a cualquier hora y no respetan. Pues yo por ahí no paso. No.

diarios de la paroxetina5

la casa hecha un pocilga, puedo empezar así esta entrada en mi diario, la casa hecha unos zorros, un colchón en el salón, hormigas en el cuarto de baño (¿por dónde entrarán las hijas de puta?) todas las esquinas invadidas de pelusas, microorganismos, seres pluricelulares y cabrones que me dan alergia, 

viernes, 8 de mayo de 2009

diarios de la paroxetina 4

Llevo despierto desde las 6:30. Tumbado en la cama he estado viendo la tele hasta las 7, momento en que he decidido levantarme, he preparado café, he cortado tres porciones de bizcocho (me he comido una y media), he puesto música (Lori Meyers) y me he sentado a escribir. Anoche estuve escribiendo 2 horas sin ningún resultado, al menos sin resultado aparente. Sabía que era necesario escribir sin que saliera nada, luego, mientras dormía, mi mente se ha encargado de engrasar la maquinaria, mi inconsciente ha escrito por mí el poema que esta mañana ha salido fácilmente. Bueno, fácilmente quiere decir en 2,5 horas. Por supuesto, para escribir no escuchaba a Lori Meyers, hasta hace pocoo siempre escribía escuchando a Muse, pero ahora es Snow Patrol quien marca el ritmo. Yo escribo con música siempre, sólo dejo de escucharla para leer en voz alta y oír cómo suena lo que leo, como hacía Flaubert, como hacía Cortázar, como, digo yo, hará todo aquel que se preocupe mínimamente por el estilo. Joyce, Faulkner, Francisco Umbral, Arturo Torres. Después de más de un mes he escrito algo para el ojo izquierdo, es algo que me llena de satisfacción, no es fácil, es un trabajo, para escribir esa mierda, entre ayer y hoy, habré necesitado 4 horas y media, ahí es nada, tal vez sea un inútil, un buen poeta escribiría más rápido, digo yo, porque lo cierto es que no conozco personalmente a ningún buen poeta, conozco poetas, tal vez sí que conozco a alguno bueno, pero nunca me han dicho lo que tardan en escribir un poema de... espera que lo miro... de 22 versos, medidos, eso sí. El hecho de medir los versos es como un doble reto, a veces me gusta ponerme ese límite, no basta decir lo que quiero decir, además tengo hacerlo en endecasílabos (o alejandrinos, pentasílabos, heptasílabos, eneasílabos, vamos, ritmos similares), es una lucha, pero cuando te sale fluido, que de eso se trata, te pones muy contento. Es algo así como la escritura por encargo. En fin, que es más difícil, lo que no quiere decir que sea mejor, ya que escribir en verso libre, y escribir bien, es jodido. Estuve a punto de escribir un soneto, pero ya pasé aquella época, de todos modos, que a todo el mundo le quede claro, no me creo a ningún poeta que no sea capaz de escribir endecasílabos con cierta gracia. Primero hay que controlar la norma, conocer la regla, la historia del poema, es métrica, es música, es ritmo, luego, después, que uno escriba como le salga de los cojones, pero que al menos sepa que lo blanco se llama blanco y lo negro se llama negro y porqué. Pues eso. Menudo rollo. Tengo puesto el bañador, me voy un rato a la playa, que luego, eso sí, me toca trabajar toda la tarde.

miércoles, 6 de mayo de 2009

diarios de la paroxetina 3

o cómo se escribe un puto poema.

Pues no lo sé, bueno, a lo mejor sí, porque he escrito unos cuantos, voy a intentar decir, aquí, ahora, cómo se escribe un poema. Lo primero es no querer escribir un poema, no pretender escribir un poema, no sentarse y decirse, venga, escribamos un poema, noooooooooooooooooooooooooo, eso es malo, caca, eso no, porque para escribir un poema hay que escribir lo que a uno le salga de la minga, así, tal cual, escribir sin pensar, mirar por el ojo del culo, o el ojo izquierdo de la vida, y soltarlo, medir o no medir lo que uno escribe, da igual, el poema es un juego, una forma de decirnos, de gritarnos, de mostrarnos, y también, a veces, de ligar, sobre todo en bibliotecas. Para escribir un poema hay que teclear rápido y darle a intro muchas veces, hay que haber leído, alguna vez, a Rubén Darío, tener en mente ese yo soy aquel que ayer no más decía, para escribir un poema hay que olvidarse de escribir bonito lo que hay que hacer es escribirnos a nosotros mismos, y pasárselo bien, y tomarse una cerveza en el bar, antes, durante, también después, un poema se escribe sin querer escribir un poema, se escribe en el metro, en la bañera, en el váter, el poema se escribe dándole patadas a una piedra, quemando el diccionario, rascándose la espalda y dándole a la niña de cenar. Para escribir un poema no hay que ser poeta, los poetas son borrachos o maricas, para escribir un poema hay que ser yo y tener muy claro que no sabemos escribir poemas, que sólo sabemos andar rápido para no perder el tranvía y coger lagartijas por la cola. El que diga, voy a escribir un poema, no escribirá una jodida mierda. Y el que pretenda entender lo que escribe, debería leer a Schopenhauer o a María Zambrano y no mirarme nunca a los ojos cuando me hable, en todo caso, que me mire a los pies descalzos, salvajes, como los de Rubén Darío, joder, y el verso azul y la canción profana.

martes, 5 de mayo de 2009

diarios de la paroxetina 2

Resulta que de pronto puedo acceder a una wifi desde el sofá de mi piso de alquiler, así que me apresuro a escribir este post, esta entrada segunda en mis diarios de la paroxetina. Hoy me he regalado un momento. Cuando he salido de trabajar, he llegado a casa, me he puesto las chanclas, el bañador, he cogido la toalla, el móvil de empresa para hacer fotos, y me he ido a la playa. Como en verano. El agua, al principio, estaba fría de cojones, de hecho ha habido un momento, cuando me llegaba el agua por las rodillas que me he quedado paralizado, y me he dicho, joder, qué coño haces Manolo, qué necesidad tienes de bañarte si el agua está que pela? pero no me he hecho caso, tenía que sumergirme, renovarme, darme otra oportunidad, tenía que poner mi piel en contacto con el agua salada (y cuando salgo del mar, mi piel, sabe a sal). He pasado un rato tirándome contra las olas, nadando un poco, mi cuerpo se ha acostumbrado rápido a la temperatura glaciar y he recordado de pronto, mientras me tiraba de espaldas, un viaje que hice con Clotilde a Torrevieja, cuando éramos jóvenes, más jóvenes, y llegamos por la noche a Torrevieja y fuimos a una cala y nos bañamos en bolas y me tiré de espaldas contra el mar, como ahora, como hace un rato, y pensé, estoy vivo, vale la pena haber hecho este viaje aunque sólo sea para darse este baño y volver a Madrid otra vez. Eso he pensado esta tarde mientras me bañaba en el mar. Lo malo es que estaba solo, y me sentía muy solo. Cuando todavía estaba mojado me he hecho tres fotos para demostrarme a mí mismo que me he bañado, con dos cojones. Me he secado al aire. Luego en casa, me he desnudado, he puesto a Lori Meyers a toda hostia, he sacado una lata de cerveza sin alcohol (sin alcohol, mamá) de la nevera, he encendido la tele, he puesto la MTv, he abierto una bolsa de patatas fritas y me he tirado en el sofá. Y ahí estaba yo, en bolas, bebiendo cerveza, comiendo patatas fritas, viendo la MTv, escuchando Lori Meyers, con la piel con sabor a sal y arena en los pies y diciéndome a mí mismo este momento es para mí, me lo regalo, estoy vivo. Tener que decirme esto me da un poco de pena, pero dice mi psicoterapeuta que tengo que hacerlo. También dice que escriba lo que sueño, si me acuerdo. Hoy, anoche, soñé muchas cosas, pero no me apetecía escribirlas. Ahora estoy aquí, en calzoncillos, Lori Meyers sigue sonando y dentro de una hora emiten House. Hace tiempo que no veo ningún capítulo. 

lunes, 4 de mayo de 2009

diarios de la paroxetina

Hablar por teléfono tiene una extraña... no, así no, hablar por teléfono es algo que... no, tampoco, adoraba Manhatan, para él, la ciudad era una metáfora de la decadencia del ser humano... jaja, esto me recuerda a Woody Allen. La ciudad, Alicante, la mierda y el mar y las ventanas con carteles de se alquila, se vende, se alquila, se vende, se vende, se alquila. Todo está en alquiler, todo está en venta, yo me alquilo, para quien me quiera, alguien, tal vez, esté dispuesto a pagar por mi conversación, lo juro, puedo resultar de lo más interesante y encantador cuando me dejo llevar, cuando hablo de literatura o de sexo o cuando estoy con David... espera, voy a cambiarle el nombre, cuando estoy con Clotilde (lo siento David, es lo primero que me ha venbido a la cabeza, te jodes, Clotilde) cuando estoy con Clotilde en la barra del Café Capone de Parla diciéndole chorradas a las camareras, que nos caen bien, y que son majas, y nos invitan a cubatas y cócteles y perritos calientes. Alguien habrá que quiera pagar por tenerme a metro y medio de distancia bebiendo cervezas y escuchando mis ocurrencias, que no son pocas cuando estoy de guasa o soy feliz o tengo ganas de jugar a la playstation o me tomo dos vinos con... a ver... con Kafka, me tomo dos vinos con Kafka en mi casa y encendemos velas y escuchamos poemas de José Hierro y Vicente Aleixandre y sacamos lienzos y óleos y pintamos cuadros con las manos y nos pasamos al güisqui y yo escribo en mi libreta cosas que al día siguiente no entiendo y el se ríe y me confiesa cosas que luego negará y también escribe en grandes cartulinas y rompemos copas y así seguimos hasta que las velas se derriten. Kafka, Clotilde, amigos por los que uno da gracias de estar vivo aunque sea en una ciudad pequeña como Alicante y bebe rusos blancos y durante unos segundos toca la felicidad suprema con la punta de los dedos. Puedo decirlo. He sido feliz. Lo he sido. Ahora sólo queda escribir otro libro. Cabrones.

la vida life

Lo primero es pedir perdón, y lo segundo pedir otra copa camarero. hace tiempo que no doy señales de vida, hace tiempo que mi vida es la vida de otro, mi propia vida, cuando uno es feliz, dicen, cuando uno es feliz, no escribe, está demasiado ocupado viviendo, pues es cierto. Hoy, sin embargo, escribo, por aolgo será. Creo que voy a titular estos diarios, algo así como diarios de la paroxetina, al estilo del Che, con sus diarios de la motocicleta. Reconozco que ahora mismo me estoy escaqueando del trabajo, pero sólo será un momento, aunque bien pensado, no me estoy escaqueando, puesto que estoy en mi tiempo de comida. Diarios de la paroxetina, tiene en común con diarios de la motocicleta en que desde que tomo paroxetina es como si estuviera montado en la poderosa, esa moto hecha polvo con la que el Ché y su amigo nomeacuerdo licenciado en químicas, creo, recorren un huevo de kilómetros y se la piñan varias veces. Yo recorro un huevo de kilómetros vitales a lomos de mi paroxetina, hoy se me ha olvidado tomarla, será que no estoy mal, o que estoy peor y ya no me acuerdo. Ayer fue el día de la madre y no felicité a mi madre, sé que me perdona porque me quiere y sabe que yo también la quiero. Pero debería haber llamado. Pido otra vez perdón. Otra copa no pido, el alcohol y la paroxetina, tengo demostrado, desde hace poco, puede desatar un monstruo terrible, fantasmas del pasado, palabras sin sentido y varios días postrado en cama en un estado vegetal mientras te alimentas de agua y galletas campurrianas. Y sin ducharte. Una vez resucitado, vuelvo a mi diario de la paroxetina, un diario que de nuevo intentaré mantener escrito cada día, y no hace falta que nadie comente, cómo voy a pedir comentarios si no he sido cqapaz de cumplir con mi palabra de escribir cada día mientras tuviera comentarios. De todos modos, cumplir religiosamente con el diario no es fácil para alguien que no tiene internet en casa. La verdad, sea dicha. Ale, que os den por culo. Con perdón, claro.